Capítulo 42: Extrañas damiselas

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Escenas anteriores a este capítulo:

Desde prisión, Robin le asigna a Marian la tarea de infiltrarse en un temible grupo de ladronas para capturarlas, ¡pero la princesa descubre que son justicieras! Y hace todo lo posible para convencer a Robin de que los ayude.

En la actualidad:

A Marian le gustaba pensar en el feminismo como algo privado y gustoso, para la época que vivía, de rudas cruzadas y corsets y no había tiempo para pensar en hacer justicia siendo una mujer. 

Lady Rohesia le contaba en sus clases cómo los cavernícolas de tiempos lejanos se  limitaban a golpear a una mujer en la cabeza y arrastrarla a una cueva, el resto era un caos. A Marian le gustaba pensar que las cosas ahors podían ser mejores, vivía en la época donde los peotas se inspiraban en la belleza de las damas elegantes y les dedicaban versos salidos de lo profundo del corazón. 

Cualquiera podía creer que ella era afortunada por tener sangre noble, pero no, jamás recibió más cariño que el de Robin y era poco probable que le fuera otorgado el derecho a esocoger a su pareja. Si su matrimonio era ventajoso para alguna alianza Ricardo podía entregarla a cualquier príncipe en contra de su voluntad. 

De vez en cuando pensaba que terminaría casada con Alex y soportando los berrinches de Gudfred. 

Los chicos querían limpiar la guarida y pidieron ayuda a sus amigas, por eso Marian se levantó temprano, arregló su habitación y salió a buscar a Scarlett. 

- ¿Estás lista Scarlett? - preguntó entrando a la cocina. 

- Me parece que no podré sair hoy - le respondió mientras cargaba un cajón de madera lleno de fruta - Mi mamá necesita ayuda y no puedo dejarla sola. 

- Entiendo - dijo decepcionada - Sabes que si pudiera me quedaría a ayudar, pero me comprometí a ayudar a los chicos.

- No te preocupes, está bien. 

- Vendré más tarde, en cuanto termine. 

Se despidieron y Marian se fue.

Caminaba bajo el sol de la mañana y acompañada del sonido del canto de los pájaros, se encontraría con Robin en la aldea y tenía tiempo aún, era temprano, de modo que se estaba dando el lujo de caminar con lentitud y disfrutando el paisaje. 

Aún faltaban pocos pasos para llegar y con rapidez notó  que Robin ya se encontraba ahí y su corazón saltó de alegría. 

Se sonrieron uno al otro y después de saludarse caminaron atravesando el pequeño pueblo que apenas despertaba. Conforme el sol brillaba más alto en el cielo los habitantes de aquel lugar tan rodeado de bosques poco a poco aparecían.

- ¿Supiste algo más de tus amigas? 

- No, solo sé que se fueron. 

- ¿Sin despedirse?

- Me permitieron acompañarlas hasat un punto, después se fueron definitivamente - las dos extrañas chicas le dijeron que sospechaban que a Robin le gustaba, era apenas natural, cualquiera podría pensar eso luego de que Robin apareciera armaso y listo para acabar con cualquiera que le hiciera daño después de que lo llamara con tan solo lanzar fuegos artificiales, aún así no se lo contó.

- No te pedí disculpas por lo que dije durante nuestra discusión.

- Y tampoco hace falta. 

- Fui orgulloso y no tomé en cuenta tu opinión - dijo cabizbajo - De verdad lo siento. 

- Te disculpo - se aferró a su brazo y le acarició la mejilla. 

 - Gracias - la tomó de la mano y entrelazando sus dedos continuaron caminando por el bosque sumidos en una conversación más animada. 

Pequeño Juan y Tuck no habían despertado aún, pero no tardaron en dejar sus camas y comenzar la labor del día. 

- Espera, no vayas a lastimarte - dijo Pequeño Juan preocupado cuando Marian trató de mover de su sitio un mueble que parecía pesado, Robin los veía con ternura. 

- Puedo hacerlo - respondió ella. Robin estaba feliz. 

- Déjame ayudarte - esta vez fue Tuck quien habló. Sus amigos cuidaban a Marian y ella se mostraba independiente en sus propósitos, era un cuadro lindo de ver. 

- Dejen que lo haga sola, chicos - la mirada de los tres se posó de pronto en el líder - Me sorprende que no lo entiendan, las chicas han estado enseñándonos lecciones estos días. 

Tuck y Pequeño Juan obedecieron de manera casi mecánica, un poco avergonzados con la idea de que pudieron hacer que su amiga se sintiera menospreciada. 

Marian y Robin se dedicaron una mirada cómplice, una mirada que la princesa atesoró en sus recuerdos. 

748 palabras. 

Volvíííí :D

Tengo una nueva historia en borradores pero van a tener que esperar un poco a que ordene todo, aunque creo que no falta mucho. 

Por si no habían leído mis historias de mi otro usuario se los dejo aquí: reader1_M_ 


Juntos en Sherwood - Una Promesa para TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora