Capítulo 41: El regreso de la diva ruiseñor

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Escenas anteriores a este capítulo: 

Un ladrón misterioso intenta robar el tesoro del reino, y Robin descubre que es Lady Rohesia, a quien los bandidos están obligando a robar bajo la amenaza de revelar sus secretos al rey Ricardo. ¡Robin la ayudará a salir de ese chantaje!

En la actualidad: 

Marian encontraba fascinante que su profesora tuviera una doble vida secreta, eso significaba que cuando se enojaba con ella y la reñía por "incentivar la violencia" en realidad tenía un deseo oculto de regresar a sus antiguas aventuras. 

Robin le comentó la pelea que tuvieron en el salón del trono y los magníficos movimientos que poseía, eso solo hizo que la admiración que le tenía aumentaran. 

Ambos tenían una ardiente curiosidad por saber qué la empujó a dejar de ser la diva ruiseñor y tomar aquella vida tranquila y segura tan poco atractiva, aunque Marian intuía que era la madurez y deseo de serenidad que llega con los años para instalarse en la vida de todos. 

Marian no se atrevió a preguntarle nada de su pasado a Lady Rohesia, por más que las ganas se la comieran viva, no quería incomodarla ni ganarse un regaño. 

Robin no paraba de pensar lo que sucedió y no logró concentrarse en el resto del día porque estaba demasiado consternado porque una de las mayores heroínas del país que, aunque no lo dijera lo había inspirado para hacer lo mismo. 

A los dos se les notaba la emoción que desbordaban con tan solo pensar en la diva ruiseñor.

- Parece que te inspira - dijo Marian, Robin la abrazaba contra su pecho, ambos recostados en la cama. 

- ¿De qué hablas? - le preguntó él, fue difícil de convencer para que se quedara con ella, pero supo lograrlo al final. 

- De la diva ruiseñor - le respondió con calma y dulzura - Me parece que te inspira. 

- Eso es cierto, ¿cómo lo notaste? - acarició su cabello con suavidad y cariño y la mirada clavada en el techo sin la intención de quitarla de ahí. 

- La expresión que tienes - lo conocía lo suficiente, sus respiraciones lentas y controladas, sus palaras tan bien escogidas y los suspiros que escapaban sin consentimiento eran todo lo que necesitaba para saber que su corazón escondía poesía en su interior. 

- Debo estar siendo muy evidente - dijo pensando en qué gesto o acción suya pudo empujarla a que hiciera tales conclusiones. 

- Eres muy evidente para mi, ¿sabes? No hay nada que puedas esconderme, te conozco muy bien. 

- Eso es porque me quieres, prestas atención a lo que hago y te preocupas por mi. 

- ¿Es así como sabes que te quiero? Lo dices solo porque acerté y das por sentado mi cariño. 

- También te conozco, sé que no me mientes, decir que me quieres solo es arriesgarme a hacerme daño a mi mismo. 

- ¿Qué se siente saber que tuviste la culpa de romper tu propio corazón? 

- Duele que te vayas. 

- ¿Que me vaya? - preguntó extrañada, de pronto no le entendía. 

- Que te vayas y no quieras regresar es la única manera de romper mi corazón y acabar conmigo. 

- Ya lo hice una vez - su voz sonaba como un lamento ahogado que tal vez solo Robin podría calmar. 

- Y estás haciendo un buen trabajo reconstruyendo mi alma. 

- ¿Tu alma? ¿Tanto me confiaste y tanto destruí?

- Quédate tranquila, no ha habido cosa más hermosa que tenerte conmigo de nuevo aún después de que te fueras. 

- No me atrevo a pensar qué podría pasarte si te hago daño de nuevo, pero dímelo si lo sabes, prefiero vivir con miedo a vivir en ignorancia y pecar por negligencia. 

- Solo sé que si te vas el amor mismo se quedará dormido, es solo tu amor el que me mantiene con vida y me cuesta encontrar una razón diferente que haga que mi espíritu se eleve como lo hace con tu toque, con tu sola existencia, con facilidad podría entregarte mi vida entera y mi alma. Sería una crueldad que te apartes de mi y apagues la llama de mi vida y es mi único argumento para tenerte conmigo: que puedo morir si no te tengo. 

- Parece horrible para una persona tan fuerte ser tan vulnerable al amor.

- Si es el amor el que va a destruirme no podría estar más agradecido de que el único gesto de piedad sea que seas tú quien termine conmigo de la manera más cruel que exista. 

- Lo más cruel que podría hacerte es negar tu amor, eso acabaría también conmigo y no me alcanzaría vida para arrepentirme de acabarnos. 

- Dime si puedo contar con tu piedad. 

- Tu castigo de amor es solo mi mayor anhelo. 

- ¿Vas a hacerme daño?

- No. 

- Tampoco yo. 

- Eso lo sé. 

811 palabras. 

Estoy escribiendo una historia de RHTES moderno, la primera, ojalá la pueda estrenar pronto. 

Juntos en Sherwood - Una Promesa para TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora