Capítulo 8: Mi dragón de peluche

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Escenas anteriores a este capítulo:

Derke está cansado de las burlas. Decide demostrarle a Marian y Robin que, a pesar de su cuerpo de hámster, todavía puede comportarse como un héroe.

En la actualidad:

Marian no había pensado en su madre en mucho tiempo, casi no la recordaba, en algunas ocasiones se preguntaba si era de verdad la voz de sus padres la que escuchaba cuando soñaba.

Había abandonado la guarida en cuanto Derke se fue por miedo a que Robin volviera a preguntar porque parecía muy interesado.  No le había mentido cuando dijo que no la conoció como quería, lo único que tenía eran borrosos recuerdos de lugares que no estaba segura si existían realmente o los inventó. Tampoco sabía en qué momento llegó al castillo y nunca lo preguntó a Ricardo, no quería que pensará que no estaba feliz viviendo ahí.

El cepillo de Derke aún estaba en sus manos, así que lo guardó con cuidado en su bolso, se preguntó que haría el hamster cuando no estaba con ellos. Continuó la caminata por el polvoriento sendero en dirección a la aldea.

Pensó mucho en si sería buena idea visitar a Katy, desde que ella le propuso que lo hiciera, pero dudaba, no quería decir algo indebido y estaba segura de que sus nervios le jugarían una mala pasada pero no era su intención ofenderla.

Tomó aire profundamente antes de tocar la puerta de la costurera del pueblo, que no tardó en abrir.

- ¡Princesa! - Marian iba a decirle que no era necesaria su reverencia, pero las palabras no salieron - ¿A qué debo su visita? - preguntó sonriendo.

- ¿Katy se está quedando contigo? - internamente se preguntó por qué no devolvió el saludo.

- En un momento baja, iré a llamarla - se apartó de la entrada - Siga, por favor, le prometo que no voy a tardar.

Marian obedeció, aunque lo intentaba no podía concentrarse, su mente volvía al cruel recuerdo que le borraba la paz. "¿Alguna vez te ha tocado?" Sonaba como un eco de tortura, a pesar de tenerla cerca no se creía incapaz de vislumbrarla como en su memoria; una niña con infancia arrebatada.

La miró bajar cada escalón con lentitud mostrando una sonrisa que delataba su estado interno, quien no preste atención podrá decir que se ha desvelado, que simplemente está cansada, pero Marian sabe que por dentro no es así, que está tratando de aferrarse a su propia mente, luchando por no abandonarse a si misma una vez más.

La saludó con voz débil y aunque deseó correr lejos de ahí hizo un intento por dominarse y darle apoyo.

- Sígueme, debemos hablar.

- ¿Sobre qué?

- Hay muchas cosas que quiero saber y sé que tienes preguntas.

La siguió hasta una dama donde ambas tomaron asiento.

- Vine de regreso al condado porque estaba preocupada por ti - hizo una pausa, Marian creyó que se refería a la partida de Ricardo a la guerra - En todo el reino se habla de una banda de criminales peligrosos que se enfrentan a tu primo el principe, y una princesa que los ayuda, dime ¿Es verdad?

- ¿Dónde lo escuchaste?

- De modo que si los ayudaste ¿Puedes pensar en lo riesgoso que es? Es una sentencia de muerte, Juan va a matarte.

- Solo si se entera.

- ¿Te parece divertido? Te estás poniendo en peligro por una causa que no merece la pena.

- Los ladrones de los que hablas ayudan a las personas, tal como tú ayudabas a tu familia aunque tuvieras que estar lejos de ellos. Robin también tiene que estar lejos de su padre - Katy mantuvo el silencio algunos segundos.

- No lo notaron, ¿Sabes? Todo lo que pasó en el castillo, de algún modo se quedó ahí y yo no volví a hablar de eso con nadie, mi hermano continuó empeorando y cuando escuché sobre una princesa ayudando a criminales no me cabía duda de que se trataba de ti, siempre fuiste propensa a revelarte, supe que debía regresar.

- Él no es malo - Katy dió a entender que no sabía a quién se refería - Hablo de Robin, el líder de la banda, es una buena persona, quizá pueda presentarlos.

- ¿De dónde lo conoces?

- Al principio se suponía que viviría en el castillo, pero digamos que nunca pudo entenderse con el príncipe Juan, vive por su cuenta en medio del bosque y cada vez que mi primo quiere salirse con la suya lo impide, devuelve a la gente que lo necesita todo lo que roba.

- ¿Estás relacionada con él de alguna manera?

- Solamente somos compañeros de hurtos. Los ayudo a entrar al castillo y es todo.

- ¿Por qué debería quedarse en el castillo?

- Es el hijo del barón de Locksley - los ojos de Katy brillaron.

- ¡Lo conozco! - dijo con una enorme sonrisa - Trabajé con ellos y por supuesto conozco a Robin, estoy seguro de que ambos sabemos que es un chico lleno de cualidades - Marian asintió suavemente - Lleno de ideas y... - bajó la mirada con una sonrisa un poco diferente - Una libreta extraña y he de admitir que también su picardía agrada a todas las empleadas.

Por supuesto, Marian sabía a qué extraña libreta se refería, pero decidió que lo más prudente era callar.

Cambió como pudo el tema de conversación para tratar de pasar el resto de la tarde en paz, aunque por dentro no encontrara el sosiego porque la picardía en la sonrisa de Katy la molestaba, creía superado el tema de la libreta sobre todo porque nunca la pergurbó, en el momento que la cerró para siempre la olvidó, pero esta reacción lo cambiaba todo, quizá entendía por qué Robin se empeñaba en ocultarla y disculparse.

Katy parecía tranquila, aunque de vez en cuando se le escapaba una risa que delataba sus nervios y no tenía que ver con lo que estaban hablando, estaba claramente afectada por la sola mención de Robin que Marian no pudo soportar pensar que hubo algo entre ellos y ella le hablaba como si nada. Si lo pensaba aún poco más detenidamente estaba enojada porque Robin no estaba con ella.

Inventó una excusa lata poder salir de la casa, Katy no supo qué me le mentía así que despidió.

- Deberíamos reunirnos otra vez - sonrió desde la entrada - Pero trae a Robin la próxima vez.

Se la notaba menos cansada que la primera vez que la vio y menos triste que ese mismo día, estaba feliz. Se sintió culpable de lo que pensó de ella.

Miró a Scarlett con una canasta y se acercó para saludarla.

- Tengo algo para ti - de su canasta sacó una carta que le extendió.  Marian la guardó en el bolsillo - ¿No quieres abrirla?

- En cada - con haber leído la primera línea Marian habría perdido la tranquilidad de nuevo.

- Apuesto aunque no adivinas quienes vendrán.

Manuel escribió la carta.

1124 palabras 💚💙

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En los próximos días subo one-shot

Juntos en Sherwood - Una Promesa para TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora