Capítulo 47: El rey y la gallina

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Escenas anteriores a este capítulo:

Marian está convencida de que ha transformado al rey Ricardo en gallina, y le pide ayuda a Robin para protegerlo hasta que pueda encontrar una solución.

En la actualidad:

El rey Ricardo llevó al príncipe Juan a la prisión esa misma tarde, cualquiera podía pensar que se estaba vengando de su hermano dándole una pequeña lección, pero resulta complicado imaginar al buen rey planeando algo cntra su querido hermano, aún si este era malvado y atentaba poniendo en riego su vida incluso.

A los presos del castillo les hizo gracia ver al joven de cabellos rubios en la celda como si fuera uno de ellos, y así se sentía. Les dijo a gritos que se vengaría por sus burlas y pateó el barril que se encontraba en la esquina del pequeño lugar y luego se tiró en la pequeña y dura cama. 

Ricardo escuchó todo el alboroto desde afuera, pero sonrió con serenidad y negó con la cabeza un par de veces. Las llaves que tenía en su mano tintinearon con el movimiento hasta que fueron a parar colgadas en el cinturón negro. 

La pandilla lo esperaba, atenta y sonriente.

- Iré a hablar con el Sheriff - les anunció - Le devolveré las llaves de la prisión y cambiaremos algunas cosas de la planta física, esos pobres prisioneros no deben soportar un solo día más las condiciones tan malas en que los tenemos - hablaba con la energía de un líder que comunicaba un plan a su equipo, pero no parecía especialmente influenciado por el hecho de que su propio hermano estuviera en aquel calabozo. 

Todos se despidieron de él, con palabras o con la mano. 

- Tenía tiempo planeando un picnic para todos - se animó a decir Pequeño Juan, sonriendo - ¿Qué les parece la idea?

- Suena muy bien para mi - dijo Scarlett, dando su aprobación, ambos se miraron y sonrieron, los demás notaron esto y como si la alegría pudiera ser contagiosa todos aceptaron de muy beuna gana. 

- Iré a pedrile algo de comer a Matilda - dijo Marian y se encaminó hacia la cocina. 

- Te acompaño - la alcanzó Robin. 

A la mamá de Scarlett le gustó mucho la idea, la amable mujer les preparó una cesta con comida para todos, cuando estaba el rey había comida en abundancia porque nadie se atrevía a ayudar al príncipe Juan a robarla toda para él, de modo que pudo disponer de una cantidad casi desmedida para dejar satisfechos a todos y conseguir que sobrara. 

Mientras ella se encargaba de esto, Robin y Marian se sentaron a conversar en la mesa del comedor del personal. 

- Aún no sé qué pudo ocasionar mi hechizo, digo, la gallina que perseguimos fue todo el tiempo una gallina normal y no llegué a causarle daño a Ricardo, pero tengo la duda acerca de su mi hechizo afectó a alguien más. 

- Si encuentro en el bosque algún animal mutante extraño ya sabré que fuiste tú, prometo capturarlo con vida para quepodamos estudiarlo juntos.

- Preferiría que me ayudaras a enviar plegarias al cielo para que nada de eso pase. Puedess seguir divirtiéndote a expensas de mi primo, pero no busques aventuras con mi magia. 

- Actuaré como mejor te parezca. 

- En ese caso, te pediré que me ayudes dejando de imaginar las posibles creaciones de mi magia. 

Robin soltó una carcajada y Matilda, que en ese momento terminó de empacar la canasta se acercó a ambos casi irradiando dulzura. 

- Tengan, hay suficiente para todos, no hagan nada imprudente, cuídense entre ustedes y no se metan en problemas.

- Gracias Matilda - respindieron al unísono y se reunieron con sus amigos en el puente levadizo.

Scarlett tomó la canasta en sus manos y comenzó a hablarle a Pequeño Juan, de modo que Tuck, para no interrumpirlos se quedó con sus otros amigos. Los tres hablaban de inventos y sobre todo de nuevas flechas, cada uno aportaba ideas y opiniones nuevas.

La pareja que guiaba la caminata no demoró en encontrar un claro cercano al castillo y decidieron instalarse allí. 

- No puedo creer que Matilda olvidara los turrones - exclamó Tuck dolido, aún apartando cosas de la canasta como si buscara a su propio hijo entre ellas - Un picnic sin turrones no es un picnic.

- Pero miren todas las cosas deliciosas que nos envió - trató de animarle Pequeño Juan - Toma, come un sandwich - el más pequeño obedeció y dió una mordida aunque aún malhumorada. 

- Está rico - el semblante le cambió al poco tiempo divirtiendo a todos los demás. 

Fue en medio de aquel encuentro que Robin pensó que la etapa de ocultarse acababa poco a poco, tan lentamente como el amanecer hiere la oscuridad de la noche y llena de luz todo lo que alcanza a tocar. Cuando comenzó eran niños creyendo que podían jugar al amor, pero desde entonces pasaron años y momentos que no olvidaría, palabras que tendría guardadas en su alma hasta el momento de su muerte. Acostumbraba a reflexionar de esta manera cuando estaban solos, pero ahora, viendo a Marian compartir con los demás tan feliz, un destello de alegría pura, de aquella que no puede ser corrompida con ningún sentimiento o deseo mundano fue suficiente para darle la claridad que necesitaba. 

En el pasado, estuvo en sus planes asesinarl al príncipe cuando no encontró otra salida, pero ahora parecía tan claro que con solo amar bastaba. ¿Amar a Marian?

Cuando una idea aparece fugazmente no se va, vuelve para atormentarnos y este, fue el primer instante de duda que permitió desarrollar los hechos que vendrían más adelante. 

936 palabras. 

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Juntos en Sherwood - Una Promesa para TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora