Capítulo 6: Un cumpleaños muy sorprendente

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Escenas anteriores a este capítulo:

El principe Juan organiza una fiesta sorpresa para su hermano, el Rey Ricardo, y los hermanos se desafían a una competencia de fuerza.

En la actualidad:

- No entiendo por qué en los cumpleaños debe haber problemas - dijo Marian, mientras observaban muy atentos la caída de los últimos rastros de los fuegos artificiales ya extintos.

- Hasta donde recuerdo, en tu cumpleaños todo fue casi perfecto - dijo Robin, mirando de reojo al concentrado rey que aún tenía la vista perdida en el firmamento.

- Solo hasta donde lo recuerdas tú - ambos callaron.

- Me alegra mucho que se estén llevando bien - Ricardo los abrazó a ambos y sonrió. Estaban claramente incómodos, evidentemente queriendo alejarse del otro pero sonriendo frente al rey quien como siempre estaba inocente de lo que pasaba justamente frente a él - Me hace muy feliz que su amistad siga a pesar de las diferencias del pasado - los soltó, se dió la vuelta muy sonriente y los invitó a seguirlo - Seguramente Matilda ya hizo algo para compensar el pastel que perdimos.

Ambos obedecieron con sus amigos tras ellos y los guardias siguiéndolos a corta distancia evitando mirarlos y por ende perseguirlos como habitualmente hacían.

- ¿De verdad seguimos siendo amigos? - preguntó Marian intentando enviar que la escucharan.

- Yo te había dejado muy claro lo que me inspiras, solo somos amigos cuando me ayudas a esconderme de los guardias, si no tienes claros tus pensamientos no es mi problema.

Sacudió la cabeza tratando de ahuyentar ese pensamiento. Miró a Robin, cómo si de alguna manera pudiera ayudarla a decidir si preguntar era buena opción o no. Éste le sonrió, muy sinceramente, era una sonrisa de amigos, una que le aseguraba que no era capaz de lastimarla con palabras semejantes.

Matilda estaba apenas comenzando a preparar los platillos, así que en rey los envío a recoger al príncipe y le informara que comerían todos juntos.

Seguirá en el agua cuando llegaron y aunque esperaba algún grito o insulto tenías tanto frío que no se atrevió a cuestionar las órdenes dadas por su prima e incluso aceptó que lo acompañaran a su habitación.

Robin y Marian esperaron pacientemente del otro lado de la puerta, a veces recargados en ella o en la pared.

- ¿Crees que... - Robin la miró atentamente - pueda contarte algo? Cómo antes.

- Cómo cuando no éramos amigos - completó Robin. 

- Justo así.

- Entonces puedes contarme cualquier cosa que gustes - se encogió de hombros - Qué puede ser tan grave.

- Tienes razón - le sonrió con ternura.

En ese momento el principe Juan salió de su habitación, cambiado y dispuesto a comer con su hermano mayor y mantener todo el tiempo posible las apariencias frente a él, hasta que explotara. Robin los observó, recargado en el marco de la puerta, durante largos segundos.

- Oh princesa, explícame qué es esta sensación - murmuró para si y dió un suspiro apenas audible - Me asusta mucho que ese sentimiento no se haya ido como prometí - corrió para alcanzarlos y unirse a ellos, le sonrió con cinismo al príncipe.

En medio de los dos Marian volvió a pensar en Katy, en el miedo que le provocaron sus palabras hace tanto tiempo. Era algo íntimo, solo de ellas, quizá de todas las mujeres, pero íntimo para todas, arraigado en la mente de cada una en forma de miedo que de algún modo escapaba a su entendimiento. Esa manera de decirlo, de cuidarla en cierto sentido, le recordaba lo frágil que era y que ahora estaba sola.

Nadie se atrevió a decir algo en el camino, no quería discutir y posiblemente repetirlo durante la comida, el rey sabía que continuaban discutiendo, pero Juan sencillamente no tenía ganas de que su hermano mayor le diera la razón a su mayor enemigo, sin contar cuánto quería que lo capturaran.

La comida fue, enteramente lejos de lo que esperaban, completamente tranquila. El principe cargo cada uno de sus actos de cortesía y amabilidad que pusieron en guardia a todos y desarmaron únicamente al rey, que se llenaba de orgullo.

Robin tenía dudas en su cabeza que no dejaron de atormentarlo hasta entrada la noche, dónde mirando las estrellas se reñía por engañar. No mentía de la forma tradicional, la que el principe y el sheriff odiaban particularmente, no mentía para hurtar algo, no algo tangible, mentía para despistar aunque se preguntaba a quién engañaba. Casi siempre concluía que a él mismo y ciertamente no le gustaba.

Se preguntaba también por qué lo hacía, sabía que no deseaba ser herido una vez más, temía. Sin embargo encontraba algo masoquista y fascinante en ser herido por la misma persona. No la olvidaba. No quería soltarla. Y no importaba ser destruido por volver a amarla tanto como siempre.

Las imágenes difusas de su regreso le castigaban  al dormir y me robaban el aliento como la primera vez, cómo si aquel nudo de suspiros pudiera traerla de nuevo a su lado y devolverle el cariño que nunca supo por qué dejó de tener.

- Dije que no te amaba, pero no sé por qué siempre sueño que me haces falta - permitió nuevamente ser apresado por un dulce sufrimiento que no quería soltar, y el recuerdo de un cariño tímido, sincero y puro que anhelaba guardar para siempre en lo más profundo de su corazón.

¿Qué le inspiraba realmente? La sola cuestión lo hacía sonreír.

886 palabras 💚💙

Ok. Amé este capítulo.

Juntos en Sherwood - Una Promesa para TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora