Escenas anteriores a este capítulo:
El principe Juan amenaza con incendiar el bosque de Sherwood para obligar a Robin a devolverle su juguete de la infancia.
En la actualidad:
Tuck aún no regresaba, pero los demás, lejos de preocuparse continuaron la conversación de la manera más normal.
- Fue bueno ver al sheriff recuperado de su lesión - dijo Pequeño Juan y todos dijeron estar de acuerdo.
- Hizo un buen trabajo siguiendo las reglas del príncipe.
- ¿Cuáles reglas? - preguntó Robin y Scarlett respondió sonriendo amablemente.
- No reírse de él.
- Nadie tiene permitido burlarse de él.
- Eso es obvio, ¿Qué gobernante lo permitiría?
- Uno que no se tome todo tan en serio - dijo Tuck, regresando a un asiento libre que usó antes de montar el caballo de madera, visiblemente mejorado - Por eso Ricardo es tan buen gobernante y es respetado por sus súbditos.
- ¿Algún día Juan será un buen rey? - preguntó Marian.
- Creo que el reino no durará mucho tiempo en sus manos.
Se quedaron en silencio, mirándose unos a otros y a veces a la nada. Robin no podía sostener la mirada de Marian, se sentía culpable, venía a su mente la noche que la princesa tuvo que quedarse a dormir en la guarida y él le confesó sus planes con respecto al príncipe Juan, lo que realmente pensaba hacer cuando tuviera la oportunidad de vengarse porque siempre creyó que él tenía la culpa de que su relación no pudiera ser bien vista. Marian no se atrevió a juzgarlo.
Pero Marian se había ido, le dijo que no lo amaba y se fue, como si fueran dos desconocidos que se encuentran en una charla casual y luego simplemente se despiden mientras uno desea que el otro se quede solo porque no quiere estar solo.
Intentó olvidar la complejidad de su princesa, las reflexiones que inevitablemente comenzaban cuando pensaba y trataba de encontrarle explicación a su comportamiento. La conversación continuaba para todo y Robin se unía a ella con normalidad aunque en el fondo no estuviera interesado en la trivialidad de una conversación con amigos.
Marian había dicho que no deseaba una relación en ese momento, pero no parecía razonable que coqueteara con Edward a menos de que fuera cobarde y no le dijera que no quería una relación si era con él, o quizá se tratara de que tampoco quería algo con Edward y sobrepensaba las cosas.
Se negó a continuar escuchando la conversación, así que se despidió de todos y se fue a su habitación, intentando encontrar consuelo en la soledad.
Sabía que era sádico querer causarle daño a una persona y estaba seguro de que Marian era una persona... Pero la maldad no era capaz de fluir por él con tanta facilidad como cuando se trataba de otras personas.
Sabía que la libreta que guardaba entre sus libros le causaba gran daño, era evidente, solo que aún no sabía su usarlo en su contra era buena idea.
Estaba oscureciendo, pero Marian no se iba, su presencia, aunque no fuera tan directa le angustiaba.
- Seguramente está cansado - le escuchó decir.
Tenía la dichosa libreta en sus manos pero no sabía qué hacer con ella, la había repasado muchas veces, más formas y figuras plasmadas, el olor en cada página diferente a la siguiente y a la anterior y leyó con cuidado las dedicatorias que se guardaban, ocultas, esperando s que con cinismo las recordara y en cierta manera se deleitara con sus glorias patriarcales pasadas.
Se acercó a la hoguera que ardía en su habitación, acariciando cada hoja, aunque su rostro era inexpresivo realmente se estaba desprendiendo de algo muy importante, un recuerdo de locksley, solo para no lastimar a Marian y lo hacía por cuenta propia, ella nunca tendría el coraje de pedirle que abandonara la memoria tangible de otras tantas chicas que ocuparon su puesto, aunque lo deseara mucho.
Un suspiro fue arrancado de sus labios cuando la hoja se rasgó, la primera de tantas, el primer recuerdo arrancado por su propia mano. Antes de que la idea del arrepentimiento surgiera en algún rincón consiente de su mente lanzó el papel, ahora deformado en un grotesco puño, al fuego y lo vio consumirse, primero con lentitud y luego con tanta rapidez que dolió, el momento donde se acaba lo que creímos era para siempre lastima.
Continuó con este trabajo hasta que solo quedó una hoja.
- Lo siento mamá - dijo mientras hacía con la última página lo mismo que con todas - De alguna forma me convertiste en alguien insensible con sus propios amores.
753 palabras 💚💙
ESTÁS LEYENDO
Juntos en Sherwood - Una Promesa para Ti
Romance"Estarás presente en mi vida hasta el último liento. Te amaré más allá de la vida misma, más allá de todo. Al final solo seremos tú y yo" Esa es mi promesa para ti. Marian regresa a Nottingham después de mucho tiempo lejos engañada por su primo para...