Capítulo 43: Sherwood salvaje

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Escenas anteriores a este capítulo:

El árbol que alberga el escondite de Robin está enfermo y podría morir. Por suerte, un viejo herbolario podría ayudarlos, tiene un mapa detallado del bosque de Sherwood, para ayudarles a encontrar las plantas que los ayudarán a sanar el árbol.

En la actualidad:

La remodelación reinició y los cuatro chicos se pusieron en marcha.

Marian tenía un pensamiento fijo en su mente, Robin había dicho antes algo acerca de olvidar la idea de explorar el bosque de Sherwood y un aire nostálgico la invadió.

- Olvidar completamente la idea de explorar el bosque - murmuró para si misma - Como yo me olvidé de ti.

La triste idea de lo que pasó mientras estaba de visita en la casa de su tía era capaz de deprimirla, aún si en realidad no estaba bien enterada de lo sucedido.

- ¿Dijiste algo? - preguntó Tuck y ella negó con la cabeza, se sonrieron mutuamente, el chico iba a volver a su trabajo pero Marian le habló.

- Tuck, ¿qué pasó durante el tiempo que estuve lejos? - algo, una pequeña voz interna le decía que era un error preguntar, que debía deisculparse y volver a lo suyo, pero la tentación le había calado profundamente y ahora quería saber.

- ¿Quieres decir cuando visitaste a tu familia lejana? - Marian respondió que si - Nosotros estuvimos aquí todo el tiempo, Julieta nos visitó algunas veces, si es lo que quieres saber. Te lo menciono porque empezó a venir cuando te fuiste, casi de inmediato.

- Eso ya lo sé - admitió - Pro gracias por decírmelo.

En realidad no sospechaba que algo más pudo haber pasado entre sllos y a sus espaldas, lo hizo apenas Robin se lo dijo, y no tenía sentido enojarse por algo que paso hace tanto.

- ¿Estás bien? - preguntó con cautela, la notaba muy extraña y sus preguntas no eran algo que normalmente haría, cualquier amigo suyo se habría preocupado.

- Si - dijo con una amplia y radiante sonrisa - Estoy bien.

Durante e ¿l resto de la tarde se esforzó por no hacer notar sus verdaderos sentimientos de nostalgia y Tuck no continuó interrogando para no molestarla.

- Me parece que vamos a terminar pronto - dijo después de un largo rato de mover cosas de lugar y encontrar otras que se creían perdidas para siempre.

- Solo tenemos que quitar el polvo - concluyó Pequeño Juan y todos creyeron que tenía razón.

- Encárguense del piso de abajo, nosotros iremos al piso de arriba - ordenó Tuck, en realidad no quería arriesgarse a que Marian viera algo penoso en su habitación o la de su amigo.

- ¿No sientes el deja vu? - peguntaron al mismo tiempo y se sonrieron mutuamente.

- La verdad si, me gusta - dijo Marian, Robin la tomó por el mentón y la respiración de la princesa se cortó por varios segundos, creyó que la besaría y pensaba permitírselo, pero en su lugar Robin apartó la mirada.

- Te ves hermosa - Marian sintió una suave y placentera presión en el pecho, una particular y agradable sensación de serenidad y un ligero gusto a expectativa en la lengua, como queriendo sentir la contraria en su sistema.

- ¿Vas a besarme? - se aventuró a preguntar, a Robin le agradó que lo hiciera y se arriesgó a acariciar sus labios con su pulgar mientras su otra mano la sujetaba de la cintura y su princesa lo veía con los ojos un poco más oscuros que antes y la respiración más irregular.

- Siento que me estoy aprovechando de ti - Marian supo que era algo masoquista por desear que lo hiciera de todos modos y sin importar qué, algo en su interior dolía, pero porque no lo tenía tan cerca como deseaba, su deseo interior dolía.

- No lo haces, elijo esto - era lo que Robin necesitaba, la atrajo hacia él, sus cuerpos juntos pedían ser estrechados por los brazos del otro, sus bocas y respiraciones eran un desastre que encajaba a la perfección y cuando por fin se unieron en un beso fue un alivio para ambos, Marian dejó escapar algunos quejidos mientras enredaba sus dedos en el cabello naranja del contrario y se dejaba a merced de él.

- Sigue dejando que me aproveche de lo que sentimos para que te bese, por favor - se besaron por segunda vez, con la misma necesidad de antes, con las manos desesperadas por buscar el contacto del otro y sus agitados suspiros.

- También lo necesito - el deseo podía leerse en sus ojos, el vacío en el pecho de Marian poco a poco se transformaba en deseo puro vibrando entre los dos, amenazando con no dejarlos escapar nunca más de sus garras peligrosas.

Se separaron mirándose a los ojos, con respiraciones entrecortadas que se mezclaban por la cercanía de anbos. Lentamente se fueron calmando, aunque sin abandonar su postura en ningún momento.

- Lo siento - le dijo y ambos rieron, genuinamente contentos.

- No te disculpes, a mi me gusta también lo que hiciste - Robin la tomó del rostro con amor y repartió tiernos besos en toda su cara.

- No hay manera de que puedas llegar a ser más linda - se abrazaron, el chico aspiró el aroma de la princesa, casi tratando de memorizarla para toda la eternidad.

- No voy a escapar a ningún lado - le dijo con una sonrisa cuando notó que la abrazaba con un aire nostálgico, como temiendo que pudiera simplemente escurrirse en sus brazos y confundirse con el aire, como el humo fugaz que no se deja atrapar y se confunde caprichoso con el aire para que no lo veas.

- Solo quiero que te quedes un poco, no quiero dejar de verte.

- Ya debo regresar.

- Te acompaño.

Sin decirle a nadie salieron de la guarida para dirigirse al castillo.

978 palabras.

Juntos en Sherwood - Una Promesa para TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora