Juntos en Sherwood - Una Promesa para Ti

Capítulo 26: Ladrones invisibles

Escenas anteriores a este capítulo:

Numerosos objetos desaparecen misteriosamente en el pueblo, y Robin descubre que la banda de ladrones no es otra cosa que una bandada de pájaros, entre ellos Pico, bajo el hechizo de Perdigan, el hipnotizador.

En la actualidad:

Robin había notado como pequeño Juan se desesperaba por Pico, cuando lo vio irse tras Perdigan y aún ahora que todo acabó. Amar te hace débil, pensar en alguien más antes que en ti nunca puede ser bueno. Por suerte nunca pensaba en si mismo, pensar en Marian no era un error ni un obstáculo.

Perdigan fue astuto al volver y atacar de modo tan particular, pero no estuvo ni cerca de ser lo suficientemente listo como como para derrotar a Robin. La gitana tampoco lo fue en su momento y ahora se preguntaba se ella lo sería cuando volviera, la recordara porque juro vengarse y hasta la fecha no podían encontrar un solo aldeano o viajero que recordara haberla visto otra vez, porque claro, Robin había preguntado.

Katy podía estar relacionado con ella, al menos fue una buena hipótesis en su momento. Robin la encontró una mañana en el mercado por obra del azar y no pudo resistirse a preguntar dando una descripción de la mujer que buscaba. La cara de la costurera no tuvo precio, parecía asustada y avergonzada, así que la desconfianza que provocó en el ladrón fue apenas natural, cualquiera habría comenzado a imaginar que ocurrían cosas, o que la chica guardaba algún secreto.

- No creo haberla visto - dijo en tono amable con una gran sonrisa, contrastando la anterior mueca de intenciones ocultas y secretas.

- Mantenme informado si ves o recuerdas algo.

- Así lo haré - le ofreció una manzana y el chico la aceptó alegremente, caminaron sonriéndose uno al otro de forma cortés - ¿Por qué la quieres?

- Eso es algo que no te importa - Robin se alejó de ella siguiendo el camino del bosque.

Tenía sentido que ella pudiera estar metida en algo así. Todo tenía sentido cuando se trataba de Katy.

Recordó el día que ella se fue del castillo, con el semblante cansado y sin dinero, obligada a volver a la casa familiar para cuidar del hermano cuando a su padre se le cumplió su sueño; obtuvo un empleo y la obligó a volver, porque una mujer manteniendo estable la economía familiar no era correcto. El hombre no era malo, solo se dejaba llevar con facilidad de lo que decían sus amigos en las tabernas, y pronto empezó a frecuentarlas tan seguidamente que todo el dinero que Katy enviaba se agotó.

Pero Robin no supo todo esto hasta que lo oyó del reemplazo, una chica un poco mayor de negros cabellos y carácter fuerte que provenía del mismo lugar que su predecesora y conocía su historia, aunque al heredero de locksley no le interesaba la contaba cuando iba  al bosque por leña en su compañía, él solo quería coquetear, ella quería a alguien que manejara el hacha y tal vez elevar su posición social.

La historia era un buen recuerdo, la página que ocupó en su libreta no.

Katy, a diferencia de las demás sirvientas nunca tuvo miedo de pasear en medio de la noche por el bosque y nunca le negó un beso. A veces se preguntaba si Marian podría pasear con él, pero entonces la miraba, tan delicada como era y se preguntaba; "¿Es necesario exponerla?"

Experimentaba sensaciones diferentes cuando las besaba, Katy, aunque intentara ocultarlo no era una más, sus labios tomaban los suyos con rudeza y con ese toque característico de ella: no sé rendía ange nadie. Marian despedía serenidad, un toque de menta que duraba apenas un segundo.

Katy sabía lo que provocaba en él y más de una vez se aprovechó de eso, para obtener dinero, por ejemplo. Su relación tenía un plus: realmente no eran nada, no había una relación como tal, de modo que Robin podía coquetear con quién gustara y Katy podía mantener un perfil bajo entre la agresividad de la vida de la corte. Sin importar el tiempo o las circunstancias o lo que pasara siempre volvían con el otro. No podían olvidarse.

691 palabras 💚💙