Capítulo 1

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Se acercaba el día del parto de Natalia, y ésta cada día que pasaba veía como Alba se distanciaba más de ella, doblaba turnos, hacia guardias, había dejado de besarla por las esquinas del hospital de la misma manera que se mostraba mucho más fría en casa de lo que era habitual en ella. Natalia no sabía muy bien que es lo que estaba ocurriendo y cada vez que le preguntaba al amor de su vida, ésta siempre le contestaba lo mismo, nada.

Pero por las noches, no la abrazaba ni la acariciaba lentamente hasta que se quedaba dormida, era como si el amor que siempre sintió, se hubiese evaporado. Por esta razón, Natalia había tomado una decisión muy importante.

Esperó que Alba llegara del trabajo pues ella ya se había tomado los días de descanso para prepararse ante el parto, entonces sacó fuerzas y decidió plantear seriamente la situación.

N_ Alba cariño, creo que debemos hablar.

A_ ¿De qué? –le preguntó un poco distante.

N_ Precisamente de esta actitud tuya, fría y lejana a mí. ¿Puedes...?

A_ Nat por favor, ¡vale ya eh! –le protestó sin dejarle terminar de hacer la pregunta mientras se llenaba un vaso de leche.

N_ Pero Alba no te das cuenta que no podemos seguir así, ¿qué es lo que te pasa?, ¿has dejado de quererme?, ¿hay otra persona, quizás?

A_ Bueno, como veo que la noche va a ser de preguntas tontas, me voy a dormir estoy cansada.

N_ ¿A dormir? –Natalia se había levantado y le sujetaba el brazo con fuerza mientras fundía sus ojos en los de Alba que no asomaban como siempre, esa mirada de amor infinito-. Alba.

A_ Suéltame me estás haciendo daño.

Natalia se desesperaba y en medio de su desesperación un gran pinchazo le hizo doblegarse. Ante el dolor supo lo que venía detrás. Llamó a Alba que apareció al instante.

A_ ¿Ya?

N_ Creo que sí, creo que sí.

Cuando entraron por la puerta de Urgencias, todo el personal se les acercaba, era un acontecimiento esperado por todos, ansiado por las personas más cercanas a ellas. Sin embargo, dentro de toda la alegría, Alba comenzaba a exteriorizar el miedo que tenía ante el momento del parto y los posibles problemas que sabía podía tener Natalia, ni un solo instante se separaba de ella, y por momentos, ambas volvían a comportarse como siempre, Alba limpiando con cuidado su sudor, mimándole, besándole, diciéndole lo mucho que la quería, mientras Natalia no soltaba su mano, necesitando sentir su contacto.

N_ Te quiero Alba –le dice emocionada.

A_ Todo irá bien mi vida, todo irá bien cariño.

En el paritorio, ambas sufrieron el momento del parto, Alba no dejaba de ayudar a su amor, mientras Natalia no separaba ni un solo instante su mano de ella, hasta que por fin el parto terminó con el alumbramiento del primer hijo de la pareja. Las dos lloraban emocionadas pues todo lo que habían soñado, se estaba haciendo realidad, y allí sobre su vientre, estaba el fruto de un amor tan bello, tan fuerte que parecía imposible poder romperse.

En la habitación, Natalia se recuperaba del momento, mientras Alba no separaba sus ojos de ella, mientras, sin poderlo evitar pensaba que ya no sería nunca más totalmente suya, que ya no sería su reina, y sin poder explicarse ni ella misma muy bien porque, se alejó de Natalia como si estar cerca de ella fuera un tormento. Cuando Natalia despertó, vio que estaba sola, que Alba no estaba a su lado como le había prometido.

Las visitas de todos sus compañeros, los regalos, la primera toma del bebé del pecho, todo, para las dos tenía un significado distinto. Y fue Teresita quien se dio cuenta de que algo entre ellas estaba pasando, con su característico olfato de problemas, se acercó a Alba y le preguntó.

Adiós Alba // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora