Capítulo 48| Sangre.

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Leah:

Domingo 18 de enero, 2021.

— Es un bonito día, ¿no lo crees, Leah?

Alzo la mirada del entretenido manuscrito que me encargo de evaluar; se trata de una comedia romántica bastante cliché en donde la protagonista es una chica solitaria que busca el amor encontrándolo en donde menos lo espera.

Miro a Marcus de pie en el umbral de la puerta que da entrada a mi pequeña pero modesta oficina. Sonríe hacia mí.

Desvío la mirada de él hacia el ventanal que ocupa lugar en el lado izquierdo de mi oficina. El sol está brillando, el cielo azul y las hermosas calles de Los Ángeles se ven magníficas y dignas de fotografiar.

— Es un bonito día —opino, sonriendo hacia el paisaje, luego volteo mi vista hacia él.

— Te traje algo.

Frunzo el ceño en cuanto deposita un café y panecillos en una bolsa sobre la mesa.

— Un Mocca con leche y panecillos de miel y canela.

Sonrío un poco confundida. Que Marcus esté aquí hoy trayéndome lo que parece ser el desayuno realmente me aturde. Aunque hoy sea domingo decidí venir a la editorial para adelantar trabajo, igual solo me quedaré medio día.

— Gracias, es un bonito gesto. No debías.

Abro la bolsa de los panecillos y el olor que desprende me hace la boca agua.

— Pero quería —termina por decir mientras me mira fijamente.

Al ver que no tiene intenciones de moverse ni mucho más, mi ceño se frunce.

— ¿Necesitas algo más? Estoy algo ocupada con el trabajo —alzo el manuscrito mientras una falsa sonrisa de disculpas se extiende en mis labios.

— De hecho sí —responde para mi sorpresa.

Cierro el manuscrito frente a mí, no sin antes memorizar el número de la página, y lo invito a sentarse frente a mí.

— Te escucho.

Tomo un poco de mi café y está delicioso.

— Quiero invitarte a cenar.

Casi escupo el café, pero decido ser madura y educada por lo cual solo me mantengo en silencio y escucho.

— No es un secreto para nadie lo mucho que me gustas.

— Te dije que estoy saliendo con alguien.

— ¿El chico del bar?

Mi estómago se retuerce y mis mejillas amenazan por acalorarse de solo recordar ese día.

— Sí, ese.

Marcus se cruza de brazos y sonríe de manera peligrosa, y hablo de peligro porque en serio luce fantástico.

— No es competencia para mí.

Me asombra su respuesta, de hecho me deja sin que decir.

— No es una competencia —dejo en claro, volviendo a beber de mi café.

— Tengo claro que por tu atención no se compite —aclara, haciendo que lo mire con atención—. Hablo de que él como hombre no es competencia.

— Marcus.

— Acepta que te invite a cenar, Leah. Prometo que no te arrepentirás.

— Es que…

— ¿Por qué utilizas tantas excusas banales cada vez que te invito a salir? —se acomoda en el asiento, cruzando sus piernas y mirándome con una sonrisa curiosa.

Cayendo Por Ti [Completa✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora