Capítulo 45| Algún día.

2.9K 266 40
                                    

Leah:

Doy vueltas en la cama. Se me va hecho difícil dormir.

Estoy preocupada. No me había sentido así en un largo rato.

Suspiro mientras me pongo de pie, tomo una toalla y entro al inmenso baño de Matt.

Son las tres de la madrugada y él aun no llega. Ya ni siquiera pienso sobre el tema porque solo termino confundida. Me siento estúpida y el pensamiento de que otra mujer tiene que ver en todo lo que está pasando no deja de rondar mi cabeza.

Eso explicaría demasiadas cosas, demasiados cambios de actitud…pero ¿todo lo que nos hemos estado diciendo, las cosas lindas, fue mentira? Si es así pues denle un jodido Oscar a Matt.

Me adentro en la ducha y abro el grifo. El agua tibia se resbala por mi cuerpo haciendo que éste se relaje. Mojo mi cabello y froto suavemente mi cuero cabelludo. Estoy tensa, demasiado para mi gusto.

Después de darme una ducha relajante de lo que calculo son veinte minutos, salgo, me coloco un bóxer y una camisa de Matt, luego voy a la cocina.

Ya en ella, me sirvo un vaso de leche. Ojala esto me ayude conciliar el sueño, aunque lo dudo.

Mientras espero pacientemente a que ésta se caliente, el cerrojo de la puerta hace que mi corazón se acelere.

Miro la silueta de Matt en la sala y siento como mi estómago se revuelve.

Él nota movimiento en la cocina por lo que camina hasta aquí. Sus ojos me encuentran y frunce el ceño.

— ¿Qué haces despierta?

Enciende la luz que yo tenía apagada, logrando que cierre mis ojos un poco.

Miro el reloj del microondas y descubro que son las 03:43 AM.

— Linda hora de llegar.

Aunque intento no decirlo, no me contengo y lo escupo con un tono de reproche.

Suspira y coloca sobre la barra su teléfono. Me asombra encontrarlo destruido, su pantalla no son más que un montón de grietas.

— ¿Qué le pasó a tu teléfono? —pregunto, sintiéndome extrañamente nerviosa.

— Se cayó.

Termina por decir, yo lo miro fijamente.

— ¿Seguro? No luce que como que si solo se cayó.

— ¿Quieres que te diga la verdad? —bufa—. Lo lancé contra el suelo y se averió.

En mis ojos fácilmente podría percibirse la impresión.

— Luce más que averiado, esto no tiene remedio alguno, está hecho añicos. ¿Lo lanzaste?

Asiente.

— Sí. Tú leche se va a evaporar.

Miro la leche en el fuego y la apago con rapidez. Él sigue mis movimientos.

— ¿Todo está bien? —pregunta, mirándome servir la leche en un pequeño vaso.

— Sí —afirmo, dándome cuenta de que la leche tal vez se calentó más de lo que debía—. ¿Tú estás bien?

Sonríe.

— Lo estoy. Ya solucioné todo.

Siento un peso menos sobre mis hombros y, aunque él no me haya contado los problemas por los que pasaba, me alegra que ya no exista preocupación alguna en sus ojos.

— ¿Qué solucionaste?.

Hago la pregunta al tiempo que tomo mi taza con leche y la soplo un poco.

— Lo que había por solucionar.

Cayendo Por Ti [Completa✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora