Capítulo 52| Hundiendonos.

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Leah:

— ¿Vino o champagne? —pregunta él alzando una botella de cada licor, luego parece leer algo en la de vino—. Este vino dice ser francés.

Sonrío mientras lo observo acercarse y tomar asiento frente a mí con ambas botellas, en la mesita del frente ya se encuentran las dos copas y una cubeta con hielo en la que pone la botella de vino.

— Con el vino me embriago más rápido —me sincero.

— Vino será —dice, sonriendo y destapando la botella.

— ¿Quieres embriagarme? —alzo una ceja en su dirección—. Para hacer las cosas que quiero hacerte necesito estar sobria.

Se lame los labios y comienza a servir la bebida en las copas.

— No intentes hacerme cambiar de opinión. La última vez que te embriagaste fue una noche divertida —me recuerda, haciendo que mi rostro se enrojezca y yo comience a reír—. Me violaste.

— Tú nunca vas a dejar de recordármelo, ¿cierto?

— No lo voy a superar jamás —acepta, riéndose también.

— Ahora que ya estamos solos, es hora de…

— ¿Tener sexo salvaje?

— Iba a decir hablar pero casi te acercas —ambos chocamos nuestras copas sonriéndonos—. Matt, es una conversación seria.

— No me asustes —bebe de su copa y me mira con atención—. Te escucho.

— Bien…—

— Pero solo si tenemos sexo salvaje luego.

No puedo evitar reírme.

— Si todavía te quedan ganas de tener sexo salvaje después de la conversación entonces acepto.

— Siempre quiero tener sexo salvaje contigo, no importa lo que me digas.

— ¿Y si te digo que estoy embarazada?

Su sonrisa se borra y entonces se torna pálido. Frunzo el ceño y un mal sabor se apodera de mi boca. Su reacción es tan mala que la sola idea de estar esperando un hijo de él es aterradora.

— Supongo que ya no querrías tener sexo salvaje conmigo —es lo que digo a cambio, tomando mi copa y dándole un sorbo.

— Leah —parece que va a vomitar.

Genial, de solo pensar que tendrá un hijo conmigo la idea le da asco.

— Solo para aclararte, Matt, no estoy embarazada. Solo era una broma.

— ¿Una broma? —su rostro adquiere color de nuevo, yo ruedo los ojos—. No me gustan esas bromas.

— No me dejaste terminar de hablar cuando ya estabas casi desmayándote —ironizo con un tono amargo.

— Pues jodidamente claro que iba a desmayarme —exclama, respirando nuevamente—. Casi tengo un infarto.

— ¿Tan malo sería que yo gestara tu bebé?

— No eres tú, Leah, son los bebés.

— Es ridículo —soy un poco brusca al decirlo.

— No estoy preparado para tener bebés, es algo que creo ya sabes —su tono es serio al hablar.

— Lo sé.

— ¿Todo está en orden? ¿las píldoras?

— Todo está en orden, no voy a embarazarme para martirizarte y para mi hijo crezca con un padre que no va a quererlo.

Cayendo Por Ti [Completa✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora