Capitulo 5.

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Bajo del auto con cuidado y miro lo que pasa, una camilla con un cuerpo y una sábana blanca se posan en mi campo de visión.

Una mano cae de esta, la pequeña gaviota tatuada en la piel blanca de la mano hace que mi corazón se contraiga.

Tía.

Corro hasta los paramédicos.

—¿Que hacen?—Trato de quitarle la sábana—Déjenla ella-ella está bien.

No me dejan tocarla.

—Nerio—Mc me trata de sujetarme.

—¡Dile que la dejen!, quitenle eso, ¡ella está bien!—Mis ojos se van llenado de lágrimas—Ella no se ha ido.

Digo en voz baja mientras lo caliente de las lágrimas humedecen mis mejillas.

Entro al burdel a buscar a Neyl. Lo encuentro en un privado, está sentado en la cama, su cabello rubio apunta a todas las direcciones y sus mejillas están enrojecidas, mientras tiene la mirada perdida en algún punto del suelo. Me limpio las lágrimas.

—Neyl—Me siento a su lado—Creo que lo mejor es dejar todo esto e irnos para empezar de nuevo—Miro mis manos conteniendo las lágrimas. Debo ser fuerte.

—No—

—Podemos, buscar empleo de cualquier cosa—Lo miro—Ya no tienes que hacer esto.

—Tu no eres nadie para darme ordenes—Se levanta y camina a recoger su camiseta.

—No seas imbécil—Digo—¡YA NO TENEMOS NADA QUE HACER AQUI, SOLO NOS TENEMOS TU Y YO!

—¡PUES YO NO QUIERO TENERTE, NO TE NECESITO!

—Deja de comportarte como un niño.

—Nerio, somos hijos de unas prostitutas. Nada bueno nos depara la vida.

—Odio lo pesimista que eres.

—¿En serio crees que personas como nosotros seremos felices alguna vez?—Me mira con odio.

—Solo pienso en que podemos vivir mejor—Le sostengo la mirada.

—Estas mal—Sacude la cabeza antes de salir.

Me levanto y camino hasta el despecho de Mc.

—O dejas a Neyl fuera o iré yo mismo a la policía.

Su mirada se oscurece.

—No creo que quieras hacer eso Nerio.

—Oh creeme que si.

Alza su ceja.

—Esta bien, el se irá.

¿Así de fácil?, Me conformo con la respuesta y salgo del despacho.

Pasan horas y Neyl no me dirige ni la mirada, estoy supervisando que ningún cliente se propase con las chicas en busca de algo que distraiga mi mente cuando la puerta se abre.

Mattew.

Mira a todos con arrogancia cuando camina, Mckenzie sale de su despacho y camina a dónde él.

—¿Dónde está?—Le pregunta mientras ajusta sus gafas.

—Un momento.

Uno de los chicos de Mc trae a Neyl del brazo mientras esté se retuerce bajo su agarre.

—¡Dejame!—Me mira—¡Nerio dile que me suelte!

El otro ejerce más presión y trato de caminar hasta donde está para ayudarlo, pero otro me toma.

Veo como el padre de Neyl le entrega un maletín a Mc y a Neyl ser llevado a la puerta.

—¡Nerio, dile que me deje!—Lucha por qué lo suelten.

—¿Que haces?—Le pregunto a Mc.

—¿No querías que lo sacará del negocio?, Pues ya lo hice.

Se da vuelta y camina a su despacho, hago que el tipo me suelte y camino al despacho.

—No hablaba de que se lo dieras a su padre, planeaba irme con él.

—Su madre acaba de morir, tu solo tienes veintidós, ¿Crees que un adolescente rebelde como él terminaría bien si no lo acarrean?

—Ahora está con ese señor—La rabia me llena el pecho.

—Ese señor, es su padre que podrá darle lo que tú no puedes.

Revuelvo mi cabello con frustración.

Miro el suelo. El aire me asfixia.

Mamá no está.

Me mareo.

Tía Noris murió.

Mis ojos se empañan.

Neyl ya no está contigo.

Un nudo en mi garganta.

Estás solo.

Suelto un grito mientras pateó la pared.

—¡Maldita sea!

La pateó una y otra vez, el pecho me arde.

Mckenzie me detiene mientras lloro.

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El ataúd está en mi frente mientras todos nos despedimos.

El padre de Neyl no lo dejo venir así que solo estamos Alisha y yo. La rusa llora abiertamente en mi hombro mientras me mantengo serío a su lado.

Asiento con la cabeza cuando me dan el pésame, solo quiero que esto acabe.

Al llegar al burdel, Mckenzie me llama a su despacho así que voy sin ganas.

—No creo que te puedas seguir quedandote acá Nerio. Se que le prometí a tu madre que te cuidaría, pero la madame ha dicho que ya no podías  hacerlo.

Escucho lo que dice y me vale tres hectáreas de mierda todo lo que sale de su boca.

Veo como rebusca en el escritorio, sacando dos fajos de billetes.

—Ten—Me los estira—Te conozco desde que eras un pequeño, no puedo dejarte por ahí a tu suerte, después de todo soy el tío Mc—Medio me sonríe.

Solo tomo el dinero y me doy vuelta, saliendo de ese lugar.

Las chicas me miran mientras camino a la puerta.
No tome ni mi ropa, solo quiero irme, camino por las heladas calles, casi es víspera de año nuevo. Asi que el frío es terrible.

Veo unas luces al final de la calle.

Tᕼᗴ ᑕᗩᖇTᗴ'Տ ᗷᗩᖇ.

Camino hasta allá y entro, un bar de motociclistas me recibe mientras, hombres con barba y de cuerpo robusto me miran por encima del hombro, ignoro las miradas y camino hasta la barra.

—Que te ofrezco—El barman me habla mientras miro la lista de bebidas la cuál no entiendo sus nombres.

—¿Que recomiendas?

—Whiskey—Muestra la botella mientras lo dice.

—Pues eso será—Saco para pagar.

—Identificación.

La muestro, mamá siempre se preocupo por mis documentos.

Me sirven y me lo bebo todo de golpe, me quema la garganta y comienzo a toser.

—Joder—Susurro.

Pasan varios tragos más cuando ya siento mi cuerpo pesado y me levanto buscando la salida.
Camino varias cuadras pero mis piernas fallan, mi vista es borrosa y mi garganta está seca.

Doy unos pasamos antes de que todo a mi alrededor desapareciera.

Nerio Pockerman. [Libro II].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora