Capitulo 40.

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Lieth Andrew.

Muerdo mi labio nerviosa.

Ya son tres semanas las que llevo viviendo en el penthouse y la verdad es maravilloso, me siento tan agradecida con Neyl y Amanda por permitirme quedarme aquí.

Y sobre todo con Nerio por haber hablado con ellos.

Una sonrisa tonta llega a mis labios al pensar en él, me siento como una colegiala al tener este de reacción cada que pienso en ese apuesto hombre.

Hemos estado pasando tiempo juntos y algunas veces siento que la tensión va a matarnos, pero es algo inexplicable la química que ambos sentimos al estar con el otro.

Es increíble.

Las puertas del elevador se abren dandole paso a una mujer de avanzada edad, es bajita y su cabello está en un moño bien peinado, sus ojos escanean todo, a su lado está un hombre alto de postura erguida gracias a sus años en la milicia. Sonríe al verme.

—Papá—Saludo acercandome para abrazarlo—Mamá—Le doy un beso en la mejilla.

—Con que, aquí vives ahora.

Miro a mi alrededor antes de asentir.

—Si.

—Bueno, es mucho mejor que el hueco en el que te habías metido.

Formo una línea con labios, y he aquí la razón por la que nunca invitó a mi madre a ningún lugar, para ella nada es suficientemente bueno.

—Liana, no seas tan dura con ella, está superandose.

—Solo estoy dando mi opinión—Se cruza de brazos—Siempre lo que digo está mal.

Trato con todas mis gana, no rodar los ojos.

—Bueno, terminen de entrar—Hablo.

Ambos caminan por la sala observando todo y les ofresco asiento.

—Ire a preparar café—Digo dándome vuelta.

—Para mí, un té estaría bien.—Mamá habla.

Asiento sin darme la vuelta.

Llegó a la cocina y pongo la tetera a calentar.

¿De verdad tenía que haberla invitado?, Odio que para mamá nada le parezca bueno y siempre critique todo lo que hago. Por esa razón, cuando Ryan me propuso mudarnos juntos, no lo dude ni un minuto.

Estoy sumida en mis pensamientos que no me doy cuenta que la tetera a empezado a pitar, la coloco en la bandeja, junto con las tazas.

Al salir de la cocina escucho risas y voces en la estancia, así que apresuró el paso. Sujetó fuerte la bandeja al verlo. Está bailando con mamá mientras papá los mira divertido.

—Nerio—Digo y todos se giran a mirarme.

—Oh, hola—Parece avergonzado, suelta lentamente a mi madre.

—Por que no me dijiste que conocías a este hombre tan encantador—Mamá habla entre risas.

—¿Se conocen?

—Claro nena—Mamá camina hasta mi y toma la bandeja, para llevarla hasta la mesita de centró.

—Es el dueño de uno de los clubes más elegantes de la ciudad. Plumond, es fantástico.

—No tenía idea sobre eso...

—Pues, si, es muy lindo lugar y con agradable ambiente.—Secunda mi padre tomando la taza que mamá le ofrece.

—¿Puedo hablar un momento contigo Nerio?

Asiente.

—Fue agradable verlos—Sonrie antes de salir al balcón.

—Eres...

—Siento a ver venido sin avisar, es que no tenía nada que hacer y...

—Increíble—Termino la frase y el enarca la ceja.

—No entiendo.

— A mamá le caes bien y eso no es muy común, papá te mira con respeto y no todos tienen esa dicha, no se como los haces, pero eres increíble.

Él sonríe.

—Ya se que piensan tus padres de mi—Habla dando un paso al frente—¿Que piensas tú, de mí?

—Ya lo dije—Un hormigueo empieza a despertar en mi estómago—Que eres increíble.

—¿Solo eso?—Dice en un susurro y siento como mi corazón se empieza a acelerar.

Y ahí está de nuevo, esa maldita tensión que nos rodea cada vez que estamos a solas.

Muerdo mi labio sin darme cuenta y él posa su mirada allí.

Luego mira mis ojos y veo como traga saliva.

—No me mires así Nerio Pockerman. Somos amigos.

—No sé cuánto más pueda resistir siendo tu amigo.

Esa declaración hace que mis piernas tiemblen, quiero besarlo.

Llevo mi mano hasta su nuca y el parece entender, por qué baja su cabeza...

—Lieth—Mamá nos habla desde la puerta—¿Dónde está la azúcar?

Cierro los ojos.

—Ya voy por ella mamá.

—Perfecto, ¿Te quedas a cenar?—Se dirige a Nerio.

Él aclara su garganta.

—Ehm, no, tengo que hacer unas cosas, gracias por la invitación.

—Es una lastima—Mamá hace una mueca y se va de nuevo.

—Creo que debería irme—Dice mirándome con una intensidad que me hace apartar los ojos.

—Si... Espero verte luego.

No dice nada, solo camina a la puerta. Una vez estoy sola, pongo mis manos en la barandilla del balcón y respiró profundo, tratando de calmar los latidos de mi corazón.

—¡Lieth la azúcar!—Grita mamá.

—¡Ya voy!

Miro el cielo. Casi beso a Nerio Pockerman.


Nerio Pockerman. [Libro II].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora