Capitulo 4.

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Han pasado varios días.

Me arrepiento cada día más de que Neyl este trabajando como Gigoló.

Su cara de desprecio hacia algunas clientas, me hace querer tomarlo e irnos lejos de este lugar; por otro lado esta tía Noris, quien con sus medicinas ha mejorado un poco, su tos a cesado y ya pudo retomar su puesto.

Mientras yo, en las noches tengo que salir ha cumplir con unos trabajos.

De los cuales no estoy para nada orgulloso.

Son las 6pm y Neyl quiere ducharse mientras que yo estoy arrecostado mirando el techo.

—Aritzona—Digo una y otra vez—A-r-i-t-z-o-n-a—Mi lengua saborea cada letra.

—Arizona—Alisha se echa aceite—No Aritzona—Su acento ruso hace que suene gracioso.

—Tu no entiendes—Me incorporo—Desde hace horas tengo eso en mi cabeza.

—¿Que?—

—Eso, Aritzona—Le digo con obviedad—No se, pero creo que es un gran nombre.

—¿Para que? ¿Tu pene?

—¿Que?, ¡No!—Me levanto la miro—¿Quien le pondría ese nombre a un pene?

—Te sorprenderías de los que he escuchado—Rie mientras acomoda su tanga.

—Okey—Levanto mis manos—No voy a preguntar.

Me doy vuelta y camino por el burdel, impestado de hombres y bebidas alcohólicas.

Camino entre la multitud mientras miro a mi alrededor, hombres metiendo sus caras entre las tetas de la chicas, nalgadas, chistes machistas lo cual me dan asco y sonrisas fingidas.

Camino hasta la salida y tomo mi lugar como portero.

Mckenzie sale vestido negro, me mira y hace una seña para que me acerque. Ruedo mis ojos antes de caminar, no me gusta hacer estos trabajos.

Me posiciono a su lado a la espera de la camioneta negra, que en poco minutos se para en nuestro frente y nos subimos.

—¿Ahora que?—Pregunto acomodando mi cabello.

—Secuestrador y violador de niñas—Mira por la ventana.

Creo que es lo único que me gusta de este trabajo.

Hacer pagar a esos animales.

Poco minutos paramos en un viejo edificio con olor a mierda. Hago una mueca antes de bajar del auto, ellos cargan sus armas mientras yo frotó mis manos con talco.

No me gustan las armas.

Subimos por las escaleras de emergencia hasta el segundo piso, todo está en silencio mientras que Mckenzie camina adelante como el líder que es, fuerzan la ventana y con mucho cuidado de no hacer ruido entramos.

El hombre duerme en su sillón, mientras que la tele sigue encendida. Apretó mis puños al ver la ropa pequeña sobre el suelo.

Camino hacia una de las habitaciones mientras que los demás se encargan afuera. Abro la única puerta, y puedo la sangre esparcida por toda la cama, mientras que el pequeño cuerpo estaba en el suelo.

Camino rápido hacia el y tocó su cuello, pero no había nada.

No había pulso, apreté mis puños con fuerza y golpee la pared.

Maldito.

Salgo de la habitación.

—¿Donde está la niña?—Mckenzei pregunta.

Niego con la cabeza y él entiende el mensaje, se escucha el corte de piel. La boca amordazada del hombre hace que sus gritos sean inaudibles. Las imágenes de la niña vuelven a mi mente y apretó mis ojos.

Los gritos de mamá vuelven mezcladose con esas imágenes, niego con la cabeza.

Matalo, matalo, ¡Matalo!

¡Joder cállate!

Abro mis ojos y lo primero que veo es el arma que sostiene uno de mis compañeros.

Mis impulsos me llevarán por los cuernos.

Mi mano reacciona sola, quitándole el arma al chico y apunta al hombre.
Que ahora implora por su vida.

—Asi no trabajamos aquí Nerio baja el arm...

No escucho lo último, ya que el sonido de la bala me deja aturdido.

Todos me miran mientras que yo trato de reaccionar.

—Lo mate—Susurro—Mate a alguien.

Un zumbido en mis orejas hace que cierre los ojos, mi corazón amenaza con salir de mi pecho mientras siento las gotas de sudor frías bajar por mi nuca.

—¡ACABAS DE CAGAR TODO!—Mckenzei me reclama mientras limpia la sangre de su rostro—Vamonos.

Todos caminan hacia la ventana mientras yo sigo mirando al hombre.

—Haz matado a alguien—Me repito.

—Nerio—Llaman a lo lejos pero no reacciono, hasta que siento la fuerte palmada contra mi mejilla—¡Hay que irnos!—Tío Mc me jala del traje.

Bajo las escaleras y subo al auto, aún en shock por lo que acaba de pasar.

Yo, yo no soy un asesino.

Lo merecía.

Miro por la ventana.

Al llegar, una ambulancia está en la entrada.

Joder que suerte tan mierda la mía.

Nerio Pockerman. [Libro II].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora