Capitulo 7.

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¿What's is your name?

Han pasado días desde el club.
El señor Geibth me ha dado empleo en el café y Corin se siente feliz de tener a más personas a quien cocinarles.

Alfred no es tan patán, es un buen chico solo se hace el malo.

Estoy limpiando una mesa, estos días han sido un poco fuertes y solo quiero desestresarme; muevo mis hombros en círculos para quitar un poco la tensión, cierro mis ojos cuando un poco de alivio llega a ellos, pero siento unas manos tomandolos, abro mis ojos rápido para ver de quién se trata.

—Oh chico, pero que tenso estás—Su delicada voz llena mis oídos—Dejame ayudarte un poco.

Masajea mis hombros y cierro mis ojos, se siente tan bien, duró así un momento antes de recomponerme.

Aclaro mi voz y ella quita sus manos de mis hombros.

La miro y una sonrisa arrogante se posa en sus labios, su espalda recta y su mirada no flaquea como usualmente me pasa con las mujeres cuando las miro.
Su cabello negro se le adhiere a los lados de su cara, sus mejillas tienen un color rosa pero no está ruborizada y sus ojos negros no demuestran nada.

—Que—Aclaro mi voz—En que te puedo servir.

—Batido de chocolate—Dice firme dandose la vuelta.

Asiento con la cabeza aunque ella no pueda verme, camino a la barra y busco lo pedido.

Duro unos segundos antes de salir después de varias exhalaciones.

—Su pedido señorita.

No la miro.

—¿Me dejarás sola aquí?—Pregunta.

Miro a mi alrededor.

—¿Ehm?

—Vamos, Nerio—Lee mi nombre en la etiqueta de mi uniforme—Es de mala educación no hacer lo que el cliente pide.

La miro a los ojos.

—Sientate—Ordena.

Y mi cuerpo reacciona solo, sentadose al frente. ¿Que carajos fue eso?

Sonríe cuando lo hago y lleva pajita a su boca y chupa de el lentamente, puedo ver cómo el chocolate sube por el hasta llegar a su boca, se saborea antes volver a mí.

—Daniella—Estira su mano.

—Nerio—La estrecho.

—Lo sé—Pone sus codos sobre la mesa, y apoya la cabeza en sus palmas—¿Se puede saber por qué no te había visto por aquí?

—Soy nuevo—Contesto con simpleza recostanme en el asiento.

Me mira fijo, pero esta vez le sostengo la mirada.

—Interesante—Toma otro sorbo de su batido.

Miro el cuadro de aún lado y por primera vez le prestó atención.
Ella está parada junto al señor Geibth.

—Tu...

—Soy la hermana menor de Geibth, Alfred es mi sobrino—Rie.

—¿Cuantos años tienes?

—29. Estoy en la flor de mi juventud—Se deja caer en el asiento.

—Sin duda.

Me mira fijo y luego baja su mirada a mis labios.

—¿Crees en amor a primera vista?—Dice.

—Creo que el amor es una cagada.

—¿Que sabes sobre el amor?

—Casi nada, ¿Pero se empieza con el amor de una madre no?

Ella frunce los labios formando una línea.

—Te voy a mostrar algo, no de amor pero si placentero—Dice levantándose mientras muerde su labio.

Camina hacia mí y se arrodilla entre mis piernas.

—¿Que?—Trago saliva—¿Que estás haciendo?

Desabrocha el botón y baja la cremayera lentamente mientras me mira a los ojos.

—No pude evitar arrodillarme ante usted señor—Dice en un susurro.

Su voz delicada y suave envía corrientes por mi cuerpo, haciendo que miembro se endurezca en menos de un minuto, no aparta su mirada de la mía mientras lo saca y lo sujeta firme.

—¿Puedo llevarlo a mi boca?—Pregunta bajo, su aliento caliente pega en mi zona haciendo que leves palpitaciones lleguen a la punta.

—Toda—Digo con una seriedad que está a mí me sorprende.

¿De dónde salió eso?

Lo mira ansiosa y veo como comienza a salivar, mueve su mano de arriba y abajo sobre mi longitud haciendo que los dedos de mis pies se curven dentro del zapato. La miro desde arriba como mueve su mano para luego escupirlo y llevarlo a su boca.

Rodea la punta con su lengua y yo cierro los ojos.

—Joder—Suspiro.

Su boca cubre todo mi miembro mientras que su cabeza sube y baja sobre mi longitud. Comienza a babearse cuando la agarro del cabello y le follo la boca, me mira a los ojos todo el tiempo.

La levanto de golpe recostandola sobre la mesa boca abajo, pega su mejilla a la mesa cuando hago presión con mi mano sobre su cabeza, ella ríe mientras le bajó el mono separandole las piernas.

—¿Puedo tocarme?—Pregunta.

—No—

Llevo mi mano a su boca y ella la escupe, esparso su saliva en mi miembro mientras ubico su entrada. La tomo del cabello echando de su cabeza hacia atrás cuando la meto toda de una estocada.

—¡Dios!—Gime.

No doy momento de que se recompoga cuando la embisto fuerte contra la mesa. Que se mueve al ritmo de nuestros cuerpos.

Gemidos se toman el lugar mientras ella cierra los ojos disfrutando del momento, bajo mi cara hasta su cuello y dejo pequeños besos en esa zona, su cara está roja y sus ojos cerrados, echa su pelvis hacia atrás chocando con el mío, sus movientos bruscos hacen que mis hombros se tensen al igual que mi mandíbula, apreto mis dientes y cada vez voy más rápido.

—¡AH MIERDA!—Se sujeta del borde de la mesa cuando se estremece. Su interior se contrae llevandome al abismo de placer.

Cierro mis ojos.

Salgo de ella pero sus piernas están tan débiles así que cae arrodillada, se da vuelta y me mira desde abajo, abre su boca y entiendo la señal.

Muevo mi mano sobre mi miembro rápidamente, mi espalda se tensa cuando los espasmo me abarcan haciéndome venir en su boca.

Traga mis fluidos y después se levanta con una sonrisa inocente.

Sube su mono y suspira tomando sus caderas; me mira.

—Nos volveremos a ver Nerio.

Se da vuelta caminando a la puerta, quita el seguro y sale.

¿Ella había planeado esto?

Acomodo mi pantalón. Y mi cabello, busco el trapeador para recoger el batido que se calló mientras lo hacíamos.

Suena la puerta de nuevo, dos chicos se sientan en una mesa, finjo una sonrisa caminando hacia ellos.

—¿En que puedo ayudarlos?

Nerio Pockerman. [Libro II].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora