Capitulo 9.

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La tarde pasa lenta, ella sigue aquí y no se por que rayos siento estos estúpidos nervios.

—¿Nerio?—Corin me saca de mis pensamientos cuando me quedó mirando fijo una página del libro que leo.

—¿Si?

—¿Te sientes bien, te noto raro está tarde.

—Estoy de maravilla—Sonrio.

No parece estar agusto con mi respuesta pero se retira, subo a mí habitación y me acuesto mirando el techo.

Pocos minutos después se abre de nuevo, dándole paso a un Alfred boca abierto.

—¿Desde cuándo te tiras a mi tía?—Pregunta sentadose.

Me ahogo con mi saliva y me incorporo rápidamente.

—No, no es lo que crees... Fue un error.

—Tranquilo—Sonrie—Todos tenemos nuestras necesidades.

—Eso no debió pasar—Llevo las manos a mi cabeza.

—¿Sabes que es mucho mayor que tu?—Me mira.

—Si—Ruedo los ojos.

—Okey—Se encoge de hombros—Y que...

—¿Qué?—Alzo mi ceja.

—Nada—Niega con la cabeza—Olvidalo.

Vuelvo a mirar el techo.

—¿Y estuvo bien?—Dice con curiosidad.

—¿Quieres saber si tu tía folla bien? Eso es muy asqueroso Alfred.

—¿Que? ¡No! Asco—Hace una mueca.—No se ni por qué pregunte.

—Estuvo muy bien—Le guiño el ojo y él hace como si fuera vomitar.

—¿Con cuántas chicas haz estado?

—Con dos contando a tu tía—Respondo con desinterés—Una chica del burdel cuando estaba ebrio y ella.

—Vaya suerte vivir ahí.

—Era un maldito infierno—Lo miro—Agradece que nunca haz escuchado a tu madre teniendo sexo.

Me levanto y camino a la ventana, saco un cajetín de cigarrillos de mi bolsillo y llevo uno a mi boca, echo mi cabello hacia atrás pero este de abre a la mitad haciendome ver cómo un libro abierto, doy una lenta calada.

Tocan a mi puerta.

—Nerio—Daniella llama del otro lado.

—Puedes pasar.

Al abrir la puerta, su camisa de botones esta desabrochada haciendo ver su brasier de encaje blanco. Pero al darse cuenta de que Alfred la mirada burlón se tapó con sus manos.

—¿Que haces aquí?—Pregunta rápidamente.

—¿Que haces tú aquí?—Responde Alfred riendo.

—Deja la insolencia y ve a tu habitación.—Dice firme.

—Okey—Se levanta y pasa por mi lado—No tan duro campeón—Choca puños conmigo.

Camina a la puerta.

—Que tus padres...

—Si Dani, no se enteren—Cierra la puerta.

Ella me mira con rubor en sus mejillas y yo le sonrió, sus ojos se iluminan cuando mis dientes quedan expuestos.

—Bueno—Aclara su garganta—¿Hay algo que quieras hacer?

La miro de arriba a bajo y puedo ver cómo su respiración se acelera.

—¿Quieres dar un paseo?—Ensancho mi sonrisa.

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Estamos caminando por el centro.
Las personas viajando de un lado a otro, el sonido del tráfico y olor a comida a nuestro alrededor.

Entramos a un par de tiendas en las que Dani me modelo ropas, sombrero y anteojos.

Es muy hermosa.

Caminamos libremente mientras reímos de las tonterías del otro, es muy fácil mantener una conversación con ella.

—Y Pockerman, ¿Que te gusta hacer?

Me encojo de hombros.

—¿En serio no hay nada que te guste hacer?

—Nada ha llamado mi atención—Contesto con simpleza.

—Que poco apasionado por la vida eres—Hace puchero.

—¿Que tiene de buena?

Me mira pero no dice nada.

Seguimos nuestro camino hasta llegar a un puesto de Hot Dog's.
Poco después ya anocheció y ya tengo que volver a casa.

—He pasado un buen día—Digo mirándola de reojo.

—Si, también me la pasé bien, eres muy interesante Nerio Pockerman.

—No tanto—

—Aun no creo que no tengas una pasión en la vida... Literalmente todos la tenemos.

—¿A ver a ti que te ha apasiona?—Pregunto.

—Pues la comida, planeo mudarme a Arizona y abrir un restaurant.

Aritzona.

Me quedo pensando en esa frase por un momento.

—¿Que pasa?—Dice mirándome.

—Nada... ¿Con que Chef?

Se muerde el labio.

—Se puede decir que se cómo calentar las cosas—Me mira a los ojos.

—¿Hay otra cosa que te guste aparte de cocinar?—Cambio de tema.

—Si—

—¿Cuál es?

—Tendría que mostrarte—Dice tomando mi mano y jalandome.

Paramos un taxi y subimos a el, Daniella dió la dirección así que yo solo veo por la ventana.

Avanzamos a gran velocidad por la calle hasta llegar a un lugar un poco alejado del centro.

Era un local con un letrero fluorescente afuera, parece un sitio de tatuajes.
Al entrar el ruido de las máquina me aturden mientras que ella camina adelante conteneando sus caderas.

Llamando la atención de los hombres que están en el lugar.

Llegamos a un mostrador y ella pide dos brazaletes. La recepcionista me mira y sonríe abiertamente.

Okey eso fue raro.

—Voy a mostrarte mi oscuro secreto—Dice mirándome a los ojos.

Asiento con la cabeza.

—La otra cosa que me apasiona es, explorar mi cuerpo y el de otras personas.

Tragó saliva.

—Me apasiona el sexo Nerio—Muerde su labio—Recuerdas que dijiste que la vida no tenía nada de bueno. Pues te mostraré algo muy bueno que tiene.

Seguimos por un pasillo. Hasta llegar a una gran puerta de metal, está se abre dejando ver todo en su interior.

—Bienvenido a mi juego Nerio Pockerman.

Nerio Pockerman. [Libro II].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora