Capitulo 6.

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Una cómoda colcha me rodea mientras acomodo la almohada.

¿Almohada?

¿Colcha?

Me levanto de golpe y sostengo mi cabeza con las manos, ¡Mierda! Un chico me mira desde el otro lado de la habitación.

Reviso rápido mis bolsillos y respiro aliviado cuando aún está el dinero.

—¡Padre!—Grita—¡El indigente que trajiste anoche se ha levantado!

Lo miro mal.

—No soy un indigente.

—Perdón—Sonrie con malicia—¡El borracho!

Pasos se escuchan así que me levanto. Un hombre que frecuentaba el burdel aparece  y abro mi boca el O, ¿tiene un hijo?

—Alfred—Lo mira—Deja la impertinencia.

—Seeh—Responde este restándole importancia.

—Hola—Me habla a mí—No deberías beber de esa forma, y menos teniendo tanto dinero encima.

—¿Que sabe usted de mi dinero?—Respondo.

—Solo que es demasiado—Camina por la habitación—Tranquilo no quiero quitartelo.

Miro al chico, y este me saca el dedo corazón, ja que maduro.

—¿Que hago aquí?—Pregunto.

—Pues... Te encontré ebrio en medio de la acera, estabas desmayado así que te traje acá, podrían haberte hecho daño.

—¿Que gana usted con eso?

—¿Yo?, Nada, solo no pude dejarte ahí.

Miro la habitación.

—¿Que hora es?—Pregunto.

—Doce y treinta de la tarde.

Remuevo mi cabello.

—Debo irme—Digo buscando la puerta.

—¿A dónde?—El hombre pregunta.

—Ehm...

—Almuerza con nosotros—No me deja terminar.

—Yo...

—Mi madre cocina delicioso—El chico habla—Te gustará.

Los miro un momento antes de asentir con la cabeza. Ellos caminan fuera de la habitación y los sigo, llegamos a un comedor y una mujer con gran sonrisa nos recibe.

—Oh ya despertó—Dice mientras pone una bandeja sobre la mesa.

—Que emoción, wiii—Alfred finge emoción.

Nos sentamos y ponen los platos.

—Nos gusta tener invitados—La mujer habla.

Solo asiento con la cabeza mientras meto una cucharada a mi boca.

—¿De dónde vienes?—Pregunta mientras corta el pollo.

—De un burdel—Contesto.

—Oh—

—¿Cómo es ahí?—Alfred pregunta con interés.

—Hay muchas mujeres desnudas paseándose, no es la gran cosa.

La mujer se lleva las manos a la boca.

—¡Dios!—Ella habla—Como puedes ir a esos lugares, eres muy joven.

—Vivía ahí—Me encojo de hombros.

—¿Vivías ahí?—El hombre pregunta.

—Si, ya no puedo quedarme más allá—Tomo jugo.

—¿Dónde vives entonces?

—No tengo un lugar.

—¿Y tú madre?—Alfred habla.

—Muerta.

Todo queda en silencio.

El hombre mira a su esposa y está asiente con la cabeza.

—Puedes quedarte aquí—Aclara su garganta—Claro, si quieres.

—Yo no podría quedarme aquí—Contesto—Apenas me conocen.

—Se ve que eres buen chico—Ella dice.

—No puedo vivir asi de gratis.

—Tengo un café, puedes trabajar para mí y así pagarías.

Quedarme.

Es mejor que estar en la calle.

—No me he muerto y ya me quieren cambiar por un borracho.

Alfred dice serio.

—Alfred.

—Es broma—Rueda sus ojos.

—Puedes pensarlo. Ahora comamos—El hombre habla y eso hacemos.

Al terminar pido prestado el baño. Orino mientras pienso la oferta.

Son desconocidos.

Se ven gentiles.

¿Acaso tú sabes algo sobre gentileza?

Solo acepta, puede ser una oportunidad.

Salgo del baño, y camino al ventanal dónde esta sentado el padre de alfred.

—Acepto la oferta.

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Alfred me ha prestado ropa y ya me he dado un baño, son pasadas nueves y al parecer todos están durmiendo.
La puerta de la habitación de en junto suena así que abro la mía.

—Hey Nerio—Alfred susurra— Mmm voy a salir, mis padres no saben así que...

—Ve yo no diré nada.

Él me da los pulgares arriba.

—Genial.

Da unos cuantos pasos cuando se da vuelta para mirarme.

—¿Quieres venir?

—No, yo no...

—Vamos, será divertido.

—Okey—Necesito un trago.

Cierro la puerta con cuidado y ambos bajamos las escaleras.

Vamos hacia la puerta.

—¿A dónde van?—Una voz en la oscuridad hace que ambos saltemos.

— A ninguna parte obvio—Alfred contesta rápido—Solo le mostraba la casa, y esto amigo, se llama sala de estar.

Nos mira desde su sillón mientras fuma su puro.

—Regresen temprano y que mi esposa no se entere.

Alfred celebra mientras corre hacia la puerta.

—Eres el mejor.

Sale de la casa y lo sigo. Tomamos un taxi hasta el centro de la ciudad, está agitado personas bebiendo y risas por todos lados.

Me gusta este ambiente.
Caminamos hacia un local y no hacemos la fila.

—Identificación—El seguridad nos habla.

Alfred muestra la suya y yo hago lo mismo, él tipo asiente dejándonos pasar.

—Como te dejan entrar si eres menor de edad.

Le pregunto mientras nos mezclamos.

—Es falsa—Se encoge de hombros.

Llegamos a una mesa, hay un montón de chicos que lo saludan.
Me presenta y pocos minutos empiezan los tragos.

—Entonces Nerio.—Una de las chicas me habla—¿Cual es tu propósito en la vida?

Todos me miran.

—Ser el puto amo de esta ciudad.

Me doy un trago.

—¡Que así sea!

Gritan todos.

Nerio Pockerman. [Libro II].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora