Capitulo 32.

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Nerio.

La resaca hace que mi cabeza quiera estallar. Mi cabello cae sobre mi cara y la luz se mete por la ventana.

El olor a café recién hecho hace que mi estómago ruja, me levanto y un fuerte mareo hace que me agarre de la pared.

Camino hacia la salida y las voces afuera hace que arrugue la nariz.

Mi vista se aclara y es cuando me doy cuenta de dónde estoy. Mi camiseta llena de sangre hace que arrugue la cara.

Mierda.

Salgo y todos están sentados en el comedor desayunando, Shar al verme niega con la cabeza.

—Shar.

—¡Te lo dije!—Es lo primero que suelta.

Y ruedo los ojos. Ella se acerca a mi.

—Te amo Nerio, eres mi hermano pero debes dejar de ser tan terco—Besa mi frente y cierro los ojos—Ahora siéntate que te prepare el desayuno.

Sonrío caminando a la mesa.

Con Shar las cosas siempre fueron fáciles, ¿por qué no puede ser así mi vida?

6 años después.

Estoy jugando fumando un habano mientras escucho las frustraciones de Neyl.

—Y luego abrio sus piernas en mi dirección y se tocó—Se da un trago de whisky—¡No me permitio ayudarle!

Alfred y yo reímos.

—¿Esa fue la amiga de Karen?—Pregunta Alfred divertido.

Luego de años de vagancia, Alfred a decidido que nunca es tarde para estudiar, así que se inscribió en la universidad, en la cual conoció a Karen. Una chica muy peculiar pero de increíble personalidad, dicha persona tiene una amiga llamada Amanda.

Chica que tiene a Neyl loco desde que la conoció.

—¡Si!—Responde exasperado—¿Lo peor? ¡Es que quiero verla de nuevo! No sale de mi cabeza y es que quisiera...

—No nos cuentes a nosotros los castigos que les darás a Amanda—Digo burlón—Es asqueroso.

—Tuvo un orgasmo y no se lo produje yo—Dice molesto—No sabes lo golpeado que se siente mi orgullo en este momento.

Alfred y yo reimos.

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Cierro los ojos cuando siento una lengua bajar por mi longitud, mi respiración es acelerada.

—¿Le gusta señor?—Pregunta ella arrodillada ante mi, yo solo me permito asentir.

Baja su boca de nuevo y succiona con fuerza, mis manos se vuelven puños mientras que me arrancan pequeños gemidos.

Mi celular suena y ruedo los ojos.

—¿Quiere que pare?—Pregunta deteniendo lo que hace con su boca.

Maldigo al ver el nombre de Alfred en la pantalla.

—¿Que quieres?

—Hola mi amor para la próxima—Me riñe divertido—¿Que estás haciendo?

—Estoy divirtiéndome.

—Oh. Bueno nada de eso tú y yo amigo, saldremos.

Enarco mi ceja.

—Tambien nos traeremos a Neyl.

—Ubicacion—Digo y tranco el celular.

Poco después suena un mensaje que supongo será la ubicacion.

—Lo siento nena, debo irme.

Ella hace un puchero pero asiente antes de irse.

Luego de tomar una ducha y conducir media hora, llegó a un parque de diversiones.

Está haciendo frío, camino con las manos metidas en mis bolsillos. Al entrar, un bullicio de personas se ponen en mi campo de visión.

Busco entre las personas hasta encontrar a Alfred cerca de los hot dogs.

—¿Dónde está Neyl?—Pregunta apenas me ve.

—Crei que tu lo llamarías—Me encojo de hombros.

—Sabes que nunca aceptaría una invitación después de lo que pasó en la lucha libre.

Ambos reímos ante ese recuerdo.
Tomo mi celular marcando el número de Neyl. Al tercer pitido contesta:

—NEEEYL—Grito con fingida emoción, se que odia eso.—¿Dónde carajos estás?

—En mi casa.

—¿Un viernes por la noche? Y tú clientas ¿Que?

Desde que conoció aquella chica. Ha actuado raro, me da alegría que ella lo haga salirse de ese mundo.

—No quiero trabajar de eso hasta nuevo aviso.

—Que aburrido—Digo sonriendo.

—Ajá, ¿Por qué me llamas?

—Ah, estoy en un parque de diversiones con Alfred.

—¡Venteee perrooo!—Grita Alfred a mi lado y contengo la carcajada.

—La estamos pasando de maravilla deberías venir.

—No, no tengo ganas de ver cómo se comportan como unos críos.

Ruedo los ojos.

—Perdona señor seriedad, te recuerdo que tengo unos de los Clubes clandestinos más exitosos de la ciudad y eso no me quita las ganas de divertirme como los viejos tiempos.

—Exacto tu lo dijiste, viejos tiempos.

—No seas un cabrón y ven a pasarla bien o iré con Alisha a sacarte.

Amenazo, nunca falla.

—¿Alisha está contigo?—Dice con hastio.

—Nop, pero no me cuesta nada buscarla.

Le muestro mi pulgar a Alfred quien saluda a Karen que acaba de llegar.

—Ya voy.

Luego de subir a un par de atracciones para matar el tiempo, llega Neyl con cara de fastidio.

Logro sacarle el número a la chica de los algodones de azúcar.

Me doy vuelta cuando escucho a Karen gritar.

—¡Aaaaam si viniste!

La cara de Neyl se pone aún más seria.

Joder.

Nerio Pockerman. [Libro II].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora