Capitulo 37.

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Los pensamientos no me dejan dormir.

Sus ojos.

Su sonrisa.

Su voz.

Dios Nerio solo la viste una vez. Que fácil iluso eres.

Ya ha pasado una semana desde que la ví, una insufrible semana, dónde toda ella no ha salido de mi mente y no se por que.

  Mi celular vibra en mi bolsillo y con hastío lo saco.

—Pockerman—Digo al contestar.

—Hello—La voz fina de Amanda llega a mi oído.

—Amanda—Es raro que llame—¿Estás bien? ¿Le pasó algo a Natalie?

Pregunto alarmado.

Ella ríe con nerviosismo.

—No, solo es que... Neyl está en una reunión y bueno, me preguntaba si podrías venir por mi al yoga.

Frunzo el ceño, pero asiento aunque ella no puede verme.

—Bien, si, iré por ti. ¿A qué hora?

—En quince minutos acaba la clase, te enviaré la ubicación.

—Vale.

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Luego de conducir hasta la ubicación que Amanda a enviado en un mensaje.

Espero en el auto, faltan minutos aún, ya que no quedaba tan lejos de Luxifer. Unos de mis últimos clubes.

Y el más visitado de la ciudad.

—Mueve el trasero Amanda—Digo recostando mi cabeza en el asiento.

Decido salir del auto para fumar un cigarro. Es un lindo día, el sol resplandece mientras las nubes se mueven en su curso habitual.

Las puertas del centro del Yoga se abren y veo como empiezan a salir las personas, algunos se despiden mientras que otros se ven en grupos.
La última en salir es Amanda, acompañado de...

Ella.

Trago saliva antes de tirar el cigarrillo y apagarlo con el pie.

—Hola de nuevo—Amanda sonríe acercándose, Lieth se acerca distante.

—Hola...—Digo pero ella solo me sonríe.

—¿No hay problema en llevar a Lieth? Neyl siempre la lleva.

—No—Agrega rápido—No es necesario Am, tomaré el bus.

—No es problema—Digo cordial y ella me mira, pero quita la mirada al instante.

—De verdad, no es necesa…

—Insisto—La interrumpo.

Y ella suspira antes de asentir, Amanda aplaude emocionada

—Bueno, primero me dejan a mí—Dice subiendo en la parte trasera.

Abro la puerta de copiloto para Lieth quien susurra un gracias con las mejillas coloradas.

Subo al auto y lo pongo en movimiento.

—¿Cómo te va en el club?—Habla  Amanda para cortar la tensión—¿Te dije que Nerio es dueño de cinco clubes Lieth?—La veo por el retrovisor y me guiña el ojo—Sin duda es un partidazo.

—No tenía idea de esa información Am—Se nota incomoda—Debe ser agotador tener tal responsabilidad.

La miro de reojo y veo como juega con sus dedos.

—Sin duda lo es—Digo—Pero con el tiempo te acostumbras al peso.

Ella gira su cara completamente hacia mí y hace una mueca.

—Pero vale la pena, eres exitoso.

Sonrío cabizbajo.

—En el entorno laboral—La veo a los ojos—En la vida... Soy patético.

Ella no despeja su mirada de la mía.

—Creeme, entiendo ese sentimiento—Dice poniendo una de sus delicadas manos en mi hombro.

Amanda aclara su garganta y por un momento había olvidado que estaba en el auto.

—Que tonta soy—Dice mirando por la ventanilla—Acabo de recordar que he quedado con Sofi en este café. Por favor estaciona.

—¿Estás segura?

—Si—Abre la puerta—Nos vemos luego, trata bien a Lieth.

Rio viendola correr al café.

—Amanda es muy mala para disimular—Lieth habla divertida pero avergonzada.

Rio dandole la razón.

                               ™

Lieth me indica que pare, estamos en un barrio con pinta de peligroso, ella me mira con las mejillas muy rojas.

—Gracias por traerme.

—No es nada, de verdad.

Ella abre la puerta y parece pensativa, se baja y me observa desde la puerta.

—Uhmm—Muerde su labio con nerviosismo—¿Quieres subir a tomar algo?

Asiento sin pensarlo dos veces.

Bajo del auto y lo cierro con el mando a distancia.

Entramos a un pequeño edificio de tres pisos. Ella sube primero que yo guiandome.

Paramos frente a un puerta de madera marrón algo desgastada.

Ella abre y me hace un gesto con la mano para que entre y lo hago, Lieth entra cerrando detrás de ella. Es un departamento estudio con cocina incluida a la sala, la decoración es minimalista pero acogedora.

—Bienvenido a mi humilde morada.

Sonrío al terminar de observar todo, un nostálgico recuerdo de mi primer departamento llega.

Pero se vuelve amargo al recordar que por culpa de Daniella tuve que mudarme de la casa de los padres de Alfred.

—¿Quieres café, té o jugo?

—Café estaría bien.

Ella asiente antes de irse a la cocina.

—Siento haber sido un idiota en la fiesta de Nat.

Lieth me mira y luego hace un gesto restándole importancia.

—Siento haberte hablado en ese tono.

—Tenias tus razones—Me encojo de hombros.

Ella sonríe antes de volver al café.

Mi mirada recorre una vez más el lugar, y frunzo el ceño cuando un cuadro llama mi atención.

Me acerco más y me doy cuenta de que es una foto. Es ella en un vestido de boda, un hombre la carga y ambos sonríen feliz.

—No sabía que eras casada—Digo dándome vuelta y ella deja de el café para mirarme.

Nerio Pockerman. [Libro II].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora