Me Perteneces

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—¡Cómo mierda nos encontró! —Gritaba Johan. Todos estábamos adentro de la casa con mochilas en mano, armas y tensión en el aire. No habían podido botar la puerta por completo, pero en unos minutos lo harían, se escuchaban los disparos de los guardianes del campamento, mas los gritos de los inocentes que se encerraban en sus casas o se iban al granero que a veces usaban como albergue cuando habían tormentas. No sé dónde se había metido Poché. Tenía miedo por ella, no me imagino qué tipo de castigo podría ponerle su madre si volvía a hacerse con ella. Además creo que ya era la única familia que le quedaba, debía tener sentimientos encontrados. Seguro la querría de vuelta.

—¡No tengo puta idea! —Gritó Julián. Él parecía un gato con los pelos de punta, tenía demasiado miedo, su ojo derecho tenía un pequeño tic, como si el músculo se le contraía un poco en la parte de abajo. —¿Qué vamos a hacer? —Poché entró por la puerta, con su rifle colgándole del hombro y su mochila bien puesta. Tenía una expresión pálida. Cuando llegó a mi lado y se giró hacia la puerta me tomó la mano y la apretó tres veces.

—¡¿Ya tienes un plan?! —Le preguntó Johan pero ella solo miró a la puerta.

—Miente. —Me susurró. La puerta se abrió de par en par dejando ver a una María furiosa y a Joel y Ellie con expresión seria detrás de ella.

—Díganme, ¿Cuándo pensaban decirme que los hijos de Germán Calle se deleitaban de nuestra hospitalidad? —Preguntó haciendo que mi cuello se erizara, como si Julián me hubiese pasado sus vibras. Johan iba a dar un paso adelante.

—Bien, lo lamentamos. —Dije con molestia. —Pero no es que nos dieran motivos para decirles con alegría quiénes éramos. —Poché apretó mi mano.

¿Error?

María se carcajeó nerviosamente tocándose la frente. —¿Debo disculparme? —Preguntó.

—No, solo lo siento. —Empecé otra vez. —Estábamos escapando de ellos, de todo el gobierno yo... no, mi padre es malo. —Fue todo lo que atiné a decir luego de escuchar una segunda explosión que hizo a María girar a ver hacia la puerta por medio segundo.

—¿La que viene ahí es tu madre? —Se dirigió a Poché. Ella asintió. Estaba pálida. Quería llevármela lejos de allí, odiaba verla asustada. Además me asustaba más. —Es una puta psicótica, sin ofender. —

—No me ofendió. —Fue todo lo que contestó. María suspiró muy profundamente, ella estaba intentando decidir, se le notaba. Además habían cuatro hombres atrás de la puerta de entrada, en el porche.

—¿Se les ocurrió por un momento lo que podría pasarnos a nosotros? —Preguntó Joel con enojo. Julián levantó la mano, lo miramos con incredulidad. —¿Qué? —

—¿Puedo hablar? —Preguntó. Poché le dio un golpe con la palma de su mano en la cabeza. —Ninguno de nosotros se imaginaba lo que está sucediendo ahora, si lo hubiésemos sabido de seguro nos habríamos ido desde el primer día. —Dijo sinceramente mientras se rascaba la cabeza. Suspiré intentando pensar en una buena historia.

—Bien, tienen que darme una buena razón para no entregarlos ahora mismo. —Johan avanzó un paso pero se escuchó una escopeta recargarse, Maria se hizo a un lado y Joel nos apuntaba. Levantamos los brazos.

—Lo lamento Poché. —Le dijo Joel. Ellie agarraba el brazo de él intentando que bajara el arma, pero él simplemente le movió el brazo con brusquedad. No hizo más, pero nos miraba con tristeza.

—¡Tenemos la cura! —Gritó Seamus como última opción. —Si nos entregan ahora, si le dan a esa señora lo que quiere-María se carcajeó de nuevo.

Don't Lie [Caché]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora