Era él o...

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Me acercaba.

Logré escabullirme detrás de la mesa mientras esos idiotas discutían sobre cómo se iban a dividir las "porciones de comida" que en realidad íbamos a ser Calle y yo. Jamás dejaría que algo así pasara. Esta habitación era larga como la misma mesa. Habían unos ventanales ahora cubiertos con madera que hacían el ambiente más oscuro y eso me podría dar una ventaja. Podía ver que habían roto los vidrios de las ventanas, maldita sea. Esta casa era muy bonita y estos idiotas la habían arruinado, tal vez podría repararla después.

Agarré un pedazo de vidrio que estaba en el suelo para lanzarlo a la habitación de la isla en un intento de separarlos. Eran tres aquí abajo. Logré detectarlos viendo debajo de la mesa, era una mujer y dos hombres, uno se separó de ellos para ir a inspeccionar el otro lado de la casa y los otros dos se quedaron en un pasillo frente a la habitación en la que me encontraba.

TA

Tenía que apurarme.

Lancé el vidrio hacia la cocina y se reventó haciendo el ruido suficiente como para robarle la atención al chico.

—Voy yo porque a ti se te escapan. —Dijo el muy idiota, la chica entró a la habitación mientras él entró en la cocina. Me metí debajo de la mesa de nuevo.

TA

Tenía el corazón latiendo tan fuerte que tenía miedo de que lo escucharan.

La chica se quedó parada frente a mí pero intentando ver algo a travez de la madera. El chico había desaparecido de mi vista pero sabía que estaba adentro de la cocina. Era el momento.

Me escabullí afuera de la mesa sin hacer ruido justo detrás de ella y la abracé por detrás colocando la pistola en su cabeza. Ella se quedó inmóvil.

—Estás cometiendo una estupidez. —Susurró.

—Mi madre también me lo dijo. —Dije. Apreté el gatillo y la coloqué en el suelo con sigilo y rapidez. Benditos sean los silenciadores. Me agaché y me quedé quieta intentando escuchar dónde estaba el resto.

—Lora, no encontré nada en este lado de la casa. —Dijo el chico que se separó primero entrando por el pasillo. —¿Lora? —Pasó caminando por el lado contrario al que estaba para dirigirse a la cocina. Cuando estuve fuera de su vista apunté a su cabeza y jalé el gatillo. Me escabullí al pasillo por el sonido que hizo ese otro idiota al caer al suelo. Me metí a otra habitación donde habían unos grandes sillones de cuero blanco y una mesa de vidrio frente a una chimenea. La alfombra estaba llena de lodo, asqueroso. Me coloqué en un punto ciego detrás de uno de los sillones, detrás de mí no había más que pared blanca.

—¡Ya solo ríndete, solo quedas tú! —Gritó el francotirador.

Espero que Calle no caiga ante esa mentira.

—¡Mierda! —Gritó alguien desde el comedor. Seguro el idiota ya encontró a sus amigos. —¡Hija de puta! —Sonreí de lado. —Te encontraré. —

Me acosté en el suelo para ver por debajo del sillón, el imbécil venía agachado y caminando lentamente. Venía hacia mí, por lo que yo comencé a rodear el sillón del lado en el que él no iba. Logré llegar al otro lado antes que él, por lo que tenia dos segundos para apuntar antes de que se girara. Me levanté y le apunté. Esperé a que se girara para verle la estúpida cara.

Disparé.

El sonido de su cuerpo cayendo al suelo no fue tan fuerte gracias a la alfombra y al sillón.

Siento que ha pasado una eternidad pero seguramente no han pasado ni diez minutos.

Comencé a caminar hacia las gradas de la casa con sigilo. Intentaba escuchar todo lo que pudiese. Eran tres niveles para llegar a la cúpula. Me fijé que en el segundo nivel se había caído un pedazo del techo y el peso había hecho una poza en el suelo, seguro fueron las lluvias. frente a la poza habían a unas gradas hasta la única puerta donde se ubicaba el francotirador. Las subí con el corazón latiendo a mil.

Don't Lie [Caché]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora