Sinceridad y Problemas

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Respirar es estresante.

Me refiero a cuando tienes que hacerlo manualmente, creo que es difícil de explicarlo. Cuando te percatas de cuánto aire entra y cuánto sale, cuando lo controlas es aburrido o estresante. Al menos para mí lo es.

Me habían dejado soplar botellitas o solo respirar y soplar muy hondo, siento que es muy estúpido pero debo admitir que ya me siento mucho mejor.

Detuve mis ejercicios cuando vi a Carina entrando a mi habitación, su cabello naranja siempre llamaba la atención de quien la mirara. Por no mencionar su atlético cuerpo y su cara bonita. Carina era linda.

Tenía puesta ropa de corredora, que era básicamente estar vestida de color negro. Tenía una sonrisa amable en el rostro.

—Perdón por no venir antes. —Dijo sentándose en la cama cerca de mí. —Pensé que podría ser un bonito castigo. —Ladeó un poco la cabeza y yo rodeé los ojos resoplando.

—Ush, nombre súper castigo el que me diste. —

—¿No te aburriste sin mí? —Preguntó con gesto de indignada. Miré hacia otro lado fingiendo incomodidad para molestarla. Ella rió y me dio un suave golpe en el hombro.

Me puso al tanto de los puntos de control en el exterior, comentó que no han habido tantos infectados como el mes pasado y encontró un juego de mesa en una casa abandonada y fue un poco más lejos de lo que usualmente revisa para mantener seguro el campamento. Porque bien podemos tener vallas electrificadas pero uno nunca sabe cuándo una horda de infectados podría llegar. La regañé por irse más lejos sin autorización.

—También encontré unos audífonos enormes así que los traje para que Chris me diga si sirven o no. —Habló con emoción. Ella desde hace mucho quería escuchar música con audífonos. Le sonreí. Ella tenía su mano en mi rodilla y puse la mía encima.

—¿Crees que aún existirá algún iPod o algo a qué conectarlo? —Dudé.

—Yo tengo guardado el mío como un tesoro, pero perdí mi cargador. —Arqueé las cejas.

Entonces el sonido de la puerta nos hizo girar a ver quién había entrado. Daniella entró con un libro en la mano y se paró en seco cuando nos vio.

—Oh, lo siento. —Dijo sonriendo incómodamente. —Usualmente tocaría la puerta pero las de aquí no te dejan opción. —Se rió nerviosa y yo me reí de su comentario. Carina me miró con las cejas arqueadas. —Puedo regresar en otro momento, no las interrumpo más. —

—Igual y me paso por tu cuarto cuando termine mi visita. —Le avisé. —Oh, Daniela. —Luego miré a la pelirroja. —Carina, Carina. —Regresé mi mirada a Calle. —Daniela. —

Carina se paró y le tendió la mano. Daniela se acercó y se dieron un estrecho de manos.

—Mucho gusto Daniela, ¿Esta pequeña cruel no te molesta mucho? —Carina preguntó molestándome y Daniela se rió. Le lancé una almohada en la espalda además de levantar el dedo de en medio en su dirección. Odiaba que se metieran con mi estatura.

—La verdad es que yo soy quien la molesta más. —Dijo ella viéndome divertida. —Nunca se me había ocurrido llamarla Cruella. —Calle se tapó la boca aguantándose una carcajada. —Pero bueno, hasta luego. —Se despidió levantando la mano y salió del cuarto.

Carina se giró viéndome con una ceja arqueada y regresó a su lugar en mi cama. Rodeé los ojos. No decía nada.

—¿Qué? —

—Te gusta. —Dijo sonriendo. Me molesté.

—No. —Miré a otro lado.

—Admítelo Poché. —Dijo volteando mi cara con su mano para que la viera.

Don't Lie [Caché]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora