¿Para Dormir Más Cómodas?

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—¿Crees que te estaba diciendo la verdad? —Le pregunté a mi madre intentando disuadirla de sus pensamientos. —Es que me parece absurda la idea de una cura. —

Ella estaba parada frente al ventanal de su oficina y miraba hacia afuera con sus manos detrás de su espalda. 

—Pues yo creo que con eso no se bromea. —Contestó sin moverse ni girarme a ver. —No entiendes la magnitud de lo que esto puede significar para el campamento y para el país entero,  el mundo entero eventualmente. —Un apretujón en el estómago se hizo presente al entender con cuánta seguridad iba a mantener a Calle aquí.

—No sabemos qué sucedió con el resto del mundo. —Comenté yo. —¿Qué es lo que quieres hacer con todo esto?, ¿Gobernar el mundo? —Ella se giró con una mirada descolocada.

—No lo sé, pero no quiero perder el poder que tenemos con el gobierno. —Dijo. —Este conflicto determina la pérdida o la conservación de nuestras comodidades. —Se acercó a su mesa colocando una mano en ella. —¿Crees que nos van a dar vacunas así porque sí?, quiero saber las condiciones de obtener vacunas para todos, el plan, cómo van a proceder con las vacunas y quién estaría a cargo de todo esto y si no me gusta yo idearía un plan... Lo que no entiendo es por qué acudirían a las luciérnagas si me tienen a mí. —Murmuró lo último más para sí misma que para mí.

«¿Por qué será, madre?» 

—Mamá, estás hablando de algo muy ambicioso. —Comenté. —Ni si quiera sabes si se pueden hacer más vacunas. —

—Sí puedo saberlo y no voy a devolverles a su único suministro de vacunas. —

—¿Te acuerdas que es una persona? —Pregunté ofendida. La está tratando como si fuera un material. 

—Necesito tiempo para pensar. —Murmuró dándome una señal de que debía irme de su oficina.

Me retiré de esa habitación con un mal sabor de boca, debía idear un plan para estos días y al mismo tiempo encontrar a Vale para llevármela conmigo también. Así que por la noche me escabullí de mi habitación vestida completamente de negro y cubriéndome el cabello con la capucha del sudadero, Julián estaba esperándome a un lado del edificio. 

¿Qué hacíamos en esta situación?, parecíamos un par de espías a punto de embarcarnos en una misión aunque en cierta parte eso éramos. Julián iba a saludarme pero en cuanto abrió la boca le hice un sonido para que hiciera silencio. Si alguien nos miraba se alarmaría y podría avisar a alguien. Él asintió con la cabeza y me miraba muy serio, hasta me dieron ganas de reír por el cambio drástico que tuvo su cara de golden retriever feliz a la que tenía en este momento que no detonaba nada más que concentración. Caminamos hasta acercarnos a la construcción del garaje donde se ubicaban casi todos los autos cuyo color era gris y el tejado era negro.

—Bien, ¿Cómo entramos? —Susurró Julián una vez estuvimos a un lado del edificio, por donde no había iluminación. Miré con cautela las paredes de ese lado y no encontraba nada más que un basurero grande y un ventanal sobre este, pero estaba cerrado y no quería jugarme la suerte de activar alarmas.

—No tengo idea. —Susurré avergonzada. Julián se subió al basurero al momento que dije eso y se estiró un poco para que sus ojos llegaran al nivel de la ventana y poder ver el interior. Entonces vio algo en el interior hacia arriba. Me hizo señas con la mano para que me acercara y me subió al basurero, obviamente no miraba nada.

—Estas pequeña. —Me criticó cuando se dio cuenta que jamás podría llegar a la ventana sin saltar. 

—¿Qué pasa? —Le pregunté tratando de ignorar que se me hervía la sangre. 

Don't Lie [Caché]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora