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Una semana después...

Iván.

Cali estaba embarazada, Vicente se lo había confirmado a Ovidio, quien en estos momentos ya tenía comprado la cuna, carreola y un chingo de cosas más. Cali tenía Cáncer, me estaba jodiendo. Mire la botella de tequila, y sin más me la tomé.

Yo no quiero un hijo, no deseaba ser padre, no de nuevo, no quería ser padre para que el día de mañana llegaran a decirme que mi hijo y la madre de mi hijo habían muerto, no quería pasar por eso.

Ovidio y Alfredo me miraban y solo suspiraban.

–De verdad ¿No quieres un hijo?– dijo Ovidio en un tono completamente serio.

–No– dije simple y sin más me levanté de ahí.

Caliope.

Miraba a mis hermanos, quienes vivían ahora conmigo en el rancho, Chilo, serafín, Mayito y Sebas, pintaban la pared del cuarto que sería para el bebé, mientras que Vicente, Fabricio y Fernando, me enseñaban la ropa y zapatos que ya le habían comprado.

–¿Quien chingados compro un pañalero del chivas?– dijo Ovidio completamente indignado.

–Callese we, que hay fetos presentes– dijo el Chino haciendo que yo soltará una carcajada.

Ovidio se acercó a mí y beso mi frente para luego bajar a mi vientre y besarlo susurrando unas cosas.

–¿Cuanto tienes?– dijo Ovidio viendo mi vientre un tanto abultado.

–Segun el Doctor 1 mes– dijo Vicente riendo.

– Hoy iré a hacerme un ultrasonido, ¿alguien me puede acompañar?– No dije más para cuando los 9 hombres ya estaban arriba de la camioneta, una sonrisa se formó en mi rostro y sin más me subí en la camioneta con ellos.

–Ven a mi muñeca, vamos a hacer el amor– Cantaba serafín utilizando el brazo de Ovidio como micrófono.

–Ven a mi muñeca, vamos a tomar alcohol–Cantaba el chino mientras grababa– A no, no puedes tomar por qué se aloca el plebe.

Así fue el caminó, cantando, que por un momento me hicieron olvidar todo. Aunque el en fondo, tenía miedo, necesitaba de él, realmente  necesitaba a Iván. Después de la muerte de mi papi me volví tan dependiente a él, que en este momento me aterraba el hacerlo sola.

– llegamos– dijo Vicente, quien al parecer era el único que se había percatado de que mi mente se había perdido unos momentos.

Entramos todos al consultorio, todos empezaron a grabar y a mencionar lo emocionados que estaban.

–Aqui estás tú– dijo Chilo mientras señalaba mi vientre.

–Bien Caliope– dijo la doctora llegando con nosotros, haciendo que todos dejarán de hablar. –¿Quien es el papá?– miraba a todos y todos me miraron a mí.

–No pudo venir– dije poniendo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.–Pero están sus tíos– dije haciendo que todos sonrieran.

La doctora comenzó a explicar cómo seria la ecografía, así que sin más, empezó poniendo el gel, para luego mostrarnos la pantalla.

–Wow– dijo la doctora haciendo que la mirada de todos de enfocará en ella, mi corazón latía muy recio, tanto que yo podía escuchar mis latidos.–Hay algo más aquí–.

No me jodas

–¿Que pasa?– dije casi llorando– Doctora por favor ¡Dígame qué sucede con mi bebé!– dije alterandome, haciendo que el aire comenzará a faltarme.

𝐋𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐞𝐬𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐝𝐢𝐝𝐚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora