04.

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Quien podría pensar que ese 29 de marzo del 2004, sería el peor día para la familia Zambada y con ellos la familia Guzmán, sin hacer menos a todos los trabajadores de estos. Ese día fue sin duda el peor para todos los presentes en el rancho Guzmán. Pero nada comparado con el dolor de Mariel.

Mariel.

Todo pasaba en cámara lenta, mi bebé iba tan feliz, quería ya llegar para verle a Ovidio su regalo, y según ella tenía que hablar seriamente con Archi, como ella le decía. Mi bebé iba riendo, cuando sentimos un golpe, el agua nos estaba llevando, se estaba llevando la vida de Saúl, de mi nena, y con ella se llevaba mi vida, una de las creaciones de Dios nos estaba torturando, casi matando, no era un cartel enemigo, no eran los wachos como decía Ismael. Caliope lloraba, Saúl nos intentaba salvar, yo solo sostenía a mi nena que a pesar de todo, agradecía por qué ella aún llorara, era señal de que estaba viva. El agua comenzó a adentrarse yo levantaba a mi pequeña, Saúl me ayudo a levantarla, pero justo cuando se la iba a dar, una varilla le atravesó el cuello, llevando con el su vida. La sangre de el nos salpicó manchando los vestidos, manchando la piel de mi bebé y con ella su inocencia, ella estaba en shock, miraba como el cuerpo son vida de Saúl era arrastrado y ferozmente golpeado por árboles, escombros, metales, por todo, termino descuartizado.
Mi bebé estaba muda, tenía su vista fija a el escolta, su sus pupilas estaban completamente dilatadas, su mirada reflejaba miedo, ella volteo a verme y en escalofrío recorrió mi espina dorsal.

-¡Mami! ¿Que le paso a Saúl? ¿Por qué hay agua roja con el mami?- pregunto con su voz firme, sin doblegarse, eso me hacía más temor.

-Saul, se a ido a un viaje largo mi bebé, el ya está descansado en el cielo- le dije tratando de analizar su rostro, no reflejaba nada.

-Se fue como mi tarantula Serafín, el me agradaba mucho mami- comenzó a llorar, y se aferraba más a mi, al fin había salido de su trance.

-Si mi nena. Estaremos bien, te amo bebé.

-¡MAMI, NO, DESPIERTA MAMITA!-  escuchaba a lo lejos a mi bebé llorando y gritando desesperada, un palo había atravesado mi abdomen bajo, dejándome con la vista nublada y totalmente a la disposición del agua.

-¡MAMITA NO ME SUELTES, MAMIII!- Fue lo último que escuche de mi pequeña para dejarme guiar por el agua, encomendando a Dios la vida de mi pequeña. No hacía otra cosa más que orar y pedir por su vida. Ya no supe Nada de mi, nada de mi princesa.

📍Rancho Guzmán.

-¡Ivan! ¡Despierta carnal!- gritaba Alfredo desesperado.

-¡APA, EL QUINO NO DESPIERTA!-  Serafín gritaba desesperado.

Todo en el rancho era un caos. Ivan estaba apenas reaccionando de un desmayo, no podía contener sus lágrimas, su princesa se había ido, no sabía si estaba viva, y lo más probable es que no lo estuviera. Vicente estaba desechó, pero el sentía algo en su pecho que a pesar de todo le hacía mantener la calma. Ovidio estaba dentro de un ataque de pánico, se trataba de su mejor amiga, de su mitad, de su persona. Serafín, Edgar y Mayito, estaban en un trance, las lágrimas de todos salían y salían. Don Joaquín lloraba con un sentimiento enorme, Caliope era como una hija, pero sin duda el que estaba irreconocible era Don Mayo, los 4 años que paso con su nena, los recuerdos, se le cruzaban por su mente, desde el momento en que conoció a el amor para su vida, Mariel, hasta el momento en que tomo por primera vez a Cali, el amor de su vida.

Logro salir de su trance, mandando comandos hacia las orillas del río, la gente del pueblo ya se había enterado, y la ayuda de estos se hacían notar. Los hermanos Guzmán y Zambada buscaban a su princesa, todos con semblante serio, pero la mirada vacía. Ovidio reparaba la esclava con su nombre grabado, no se había percatado de una frase que venía con letras totalmente diminutas, donde decía " Estaré contigo, hasta el final, pinche ratón cagabotas", al percatarse soltó una sonora carnada mientras las lágrimas salían con más intensidad.

𝐋𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐞𝐬𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐝𝐢𝐝𝐚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora