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📍Clínica privada de Culiacán Sinaloa

Caliope.

Desperté confundida mientras miraba a mi al rededor y en automático lleve mis manos a mi vientre.

–Hasta que despiertas Cali– dijo Mayito mientras me daba un beso – Voy a avisarles a los demás, ¿Está bien?.

Asentí y salió, a los 5 minutos regreso con todos mis hermanos e Iván, quien al verme solo me abrazo y no hubo quien lo quitará.

–Por favor dime qué están bien– le dije susurrando.

–Ellos están bien– dijo haciendo que mi alma regresará– Pero tú estás delicada amor. Necesitas reposar mucho– dijo mientras tomaba ni rostro en sus manos y con ello buscaba mi mirada.

Mire a mis hermanos y ellos ya me miraban con los ojos cristalinos, al igual que Ovidio.

–¿Ustedes siempre lloran o qué?– les dije haciendo que todos me volteran los ojos y rieran, uno por uno se fue acercando, hasta que se fueron y me quedé sola con Iván.

–Archi– lo llamé.

–Digame mi reina–

–¿Que tan avanzado está?– dije haciendo que se sorprendiera por mi pregunta.– ¿Me voy a morir Iván?–

Iván.

La miré, sus ojitos azules ya estaban llenos de lágrimas mientras que su mano junto a la mía posada en su vientre comenzaba a temblar.

–No te vas a morir Cali– dije mientras la miraba a los ojos.–No dejaré que te me mueras–

–¿Pero está muy avanzado?– dijo mientras escondía su cara en mi cuello.

–No lo está tanto, según el doctor esta más reducido, así como dijo que tú vómito y el que te sintieras así, es por parte del embarazo, y la reacción del medicamento– le dije mientras delineaba con mi mano libre su rostro.

Ella me sonrió y hubo un silencio enorme, hasta que me di cuenta que ella estába de nuevo dormida.

–¿Cómo está?– dijo Vicente entrando.

–Tranquila, está asustada, cree que puede morir– dije aún sosteniendo la manos de Cali.

– Todos tenemos ese miedo– dijo el mientras la miraba a los ojos.

[••••••]

Acabábamos de llegar al rancho, Fernando traía en brazos a Cali, quien ya le había rayado la madre más de diez veces por qué una enfermera le había pedido su número.

–¿Te ponemos música Cali?– dijo Ovidio mientras entraba con la bocina, seguido por los cuates que entraban con cerveza y los demás que entraban con botana.

–Esta es la canción de Cali– dijo Chilo mientras que reía haciendo que ella se sonrojara.

Espere atento a escuchar algun tipo de corrido o algo, pero vaya sorpresa que me lleve cuando el ritmo Duranguense se empezó a escuchar.

Haciendo que todos nosotros rieramos y los Barraza nos vieran indignados.

–No mames y esa que música es– dijo Alfredo mientras comía de su paquetaxo amarillo.

–Himno solo apto para Duranguenses– dijo Cali mientras reía y me miraba.

Cali riendo era lo único que quería ver toda mi vida.

– Y A QUIEN IMPORTA LO QUE DIGAN POR AHÍ ¡ANTES MUERTA QUE SENCILLA!– Cantaba Cali mientras le aplaudía a Ovidio quien ahora ¿Bailaba? Junto con Fabricio y Fernando .

𝐋𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐞𝐬𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐝𝐢𝐝𝐚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora