Caliope.
Había pasado un mes desde la primera vez que sentí a los bebés, hoy cumplía 4 meses lo que significaba que tenía que ir a la revisión con mi ginecóloga.
–Amor– me llamo Iván–¿Puedo ir contigo?– dijo con una sonrisa nerviosa.
–No, ninguno de ustedes irá– le di un pico e ignorando las mentadas de madre y pucheros que me hacía, me metí a bañar.
Por primera vez en mucho tiempo me sentí relajada, anoche había soñado con mi papito, lo cuál me daba una enorme tranquilidad, mi papiringo y mi mamá habían estado conmigo siempre, pero aunque no lo dijiera, yo a quien realmente quería a mi lado era al hombre que me había criado.
Sentí unas manos subir desde mis muslos hasta mi vientre, dónde dejaba pequeñas caricias.
–Señor Archivaldo– me voltee quedando frente a él–¿Que hace aquí?– dije mientras le devolvía el juego de caricias.
–Nada– dijo mientras empezaba a estimularme– ¿O sí?–.
Amaba sus juegos de palabras.
Apenas iba a contestar cuando el me volteo de una manera brusca, pero cuidadosa, quedando yo empotrada contra la fría pared que hizo que mi piel se erizará más de lo que ya estaba.
Coloco mis manos en mi espalda y sin esperarlo entro en mí, el soltó una pequeña risita mientras yo sentía la mayor exitación de mi vida. El cada vez aumentaba el ritmo y fuerza en sus penetraciones.
–No se vayan a salir chamacos– dijo y yo reí, no sabía si me había albureado, hasta el punto de no saber cuáles chamacos se iban a salir, si los que yo cargaba o los de él.
–¿Que dices?– pregunté en una combinación de gemidos y risas.
–Que te amo– dijo mientras tomaba mi cuello con su mano, y el se acercaba hasta el yo poder sentir su respiración agitada. Escuchaba sus gemidos y jadeos que salían constantemente, mientras que yo blanqueaba mis ojos y mordía mis labios.– Eres tan perfecta Cali– dijo mientras lo hacía más rápido haciendo que mis piernas empezarán a flanquear.–Tan perfecta y tan mía– dijo dando la última embestida haciendo que los dos explotamos de placer.
[••••]
Ya habíamos terminado de cambiarnos, el había quedado en quedarse aquí con todos mis hermanos y los de él.
Bajamos a la sala y vaya sorpresa que ya estaban aquí todos, a excepción de Chilo, Serafín y Ovidio.
–Gracias a Dios ya bajaron, tuvimos que poner 3 bocinas para que no se escuchará nada– dijo Alfredo.
Me sonroje al notar las 3 bocinas.
–Si wey– dijo ahora Vicente–Aqui nuestros duranguenses favoritos ya nos enseñaron su otro himno–
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𝐋𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐞𝐬𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐝𝐢𝐝𝐚
FanfictionUn accidente que cambió la vida de toda una dinastía, de más de una familia, y con ello la vida de ella misma. Dónde la princesa perdida aparece, y con ella un nuevo amor.