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Un mes después...

Caliope.

Todo aparentemente a estado bien, mi papá Gerardo y mis hermanos se tuvieron que regresar a Durango, últimamente me e sentido muy cansada, y era muy rápido lo que me agitaba.

-¿Cómo está la reina de la casa?- dijo mi papá entrando mientras me traía una flor blanca.

-Bien papá- mentí, no soportaba el dolor en mi pecho.

-¿Segura?- dijo mi madre entrando.-Estas muy pálida Caliope-

-Estoy bien- ambos salieron del cuarto no muy conformes, y fue cuando corri, cerré la puerta e hiperventilando buscaba mi inhalador pero no lo encontraba, así que llame a Serafín quien tenía el especial.

-Bueno- dijo contestando

-Sera..-dije mientras sentía como se me acaba el aire.

-¿¡Cali!?, ¿Estás bien? ¿Que tienes que te paso?- dijo notablemente preocupado- ,¿Que tiene Cali, Serafín? -Escuché a Iván de fondo.

-¿Do...dónde tienes mi inhalador- dije entre suspiros.

-Esta en mi habitación en el cajón del buró- dijo demasiado rápido.- ¿Estás bien mi niña?.

No pude seguir contestando por qué colgué su llamada, y me dirigí a su cuarto y así poder usarlo. Después de 5 minutos yo estaba bien hasta que un grito me asustó.

-¡Caliope! ¡Vicente córrele que no la encuentro!- dijo Iván corriendo.

-¡NO ESTA!- dijo Ovidio gritando.

-Ora pendejos que es esa gritería- dije haciendo que Serafín, Iván, Vicente, Ovidio y Alfredo brincaran del susto.

-No mames estás viva- dijo serafín abrazándome.

-Estoy bien niños- dije sonriendo, sin esperar Iván se dejó venir y me abrazo.-Estoy bien tranquilo- dije mientras sobaba su espalda.

-¿Que paso Cali?- dijo Vicente mientras se metía entre Iván y yo.

-Solo me sentí mal- dije sintiendo la mirada de todos a lo que solo sonreí. -Estoy bien, ya estoy bien-

[••••]

La hora de comida había llegado, pero no tenía nada de apetito, mire a mis hermanos quien jugaban lo que creo que es baraja, me quedé viéndolos, tomaban y se divertían como si nada importará, como si no fueran, fuéramos mejor dicho, hijos de unos de los capos mexicanos más buscados. Todos tomaban cerveza mientras escuchaban música.

Yo por lo tanto tenía audífonos puestos mientras escuchaba la canción "Por la baja navegamos" en qué momento mi vida había dado vuelta. Literal, mi familia era agrónoma, ese era un himno para nosotros. Los extrañaba tanto.

Me pare y sin decir nada fui a las cabellerizas.

Iván.

La mire como se alejaba de nuestra vista, sin duda iba a las cabellerizas,  cabello trenzado,  botas, y sudadera ariat con gorra, ¿Cómo podía ser tan diferente?

-A estado rara- dijo Vicente llamando la atención de todos.

-¿Rara?-

-Quizas solo extraña a los plebes, nunca se separaban de ella, de echo nunca duro sin dormir en su casa más de una noche, por qué ella y sus hermanos lloraban al no tenerse cerca- dijo Ovidio dándole un trago a la cerveza.

-¿Tú cómo sabes wey?- dije  sorprendido.

-Hablamos de todo y de todos- dijo dandome una mirada rápida.

𝐋𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐞𝐬𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐝𝐢𝐝𝐚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora