[Número 40~]

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     No se había sorprendido tanto por la llegada de la chica de cabellos morados, sino por otra cosa jamás pensó ver. La chica estaba con el cabello desordenado y su vestimenta era únicamente una camisa masculina que parecía un vestido. Parecía que no se hubiese bañado hace una semana. Estaba horrible. No parecía en lo absoluto Akane Sumire. La chica sonreía y tenía unos lentes oscuros, se los quitó y vio al oji-azul.

     —Hola, Minamoto. Esto... Mitsuba no está, ¿o sí? —Su cuestionamiento se le fue nuevamente por la garganta cuando vio como el peli-rosa salió, como si le hubiesen llamado, y se recostó en la pared—. Ay, no puede ser.

      —Evitarme no te servirá de nada, ¿A qué vienes? —Encarnó la ceja y vio como Sumire había empezado a jugar con su cabello—. Por cierto, te ves horrible. —Al escuchar un gruñido por parte de la fémina soltó una risa.

     —¿Puedo pasar y... hablar con ustedes? Vengo en son de paz.

     El peli-rosa miró al rubio, y luego ambos la miraron, soltando un respingo y dejándole paso solo porque se veía lamentable.

     La peli-morada se sentó en el sofá y ambos aun siguieron confundidos de porque su visita tan repentina. El Minamoto fue a servirle un vaso de agua y Mitsuba se sentó al lado de Sumire, con que se apartó un poco por el pésimo olor que tenía, todavía se preguntaba cómo el oficial del edificio la había dejado entrar en ese estado. El rubio llegó con el vaso y se sentó enfrente de ambos, se lo dió a Sumire, quien agradeció, y ahora si fueron a los cuestionamientos.

     —¿Para qué vienes y por qué te ves tan...?

     —Les haré un resumen en cuatro palabras; me corrieron de casa. —Vio como la pareja se miraba y luego a ella—. ¿Y a qué vine? Vine a... que me ayuden.

     El chico a su lado, separados en cierta distancia por el antes hablado asunto de higiene, apenas escuchó aquellas palabras no evitó reírse.

     ¿Sumire? ¿Pidiéndole ayuda a él? Mientras más escuchaba la frase en su cabeza, más gracia le daba.

     ―¡No es gracioso!

     —¿Pero en qué quieres que te ayudemos? —cuestionó el de orbes azules mientras escuchaba a Mitsuba calmarse de tanto reír.

     —Pues... ¿nos dejan quedarnos, a mí y a Número Seis, aquí en su departamento por unos días?

     —No.

     Fue lo primero que dijo el peli-rosa, se reincorporó, luego volteó su vista a otro punto de la sala. La chica volvió a preguntar a lo cual recibió la misma respuesta. Se cruzó de brazos y lo miró con el ceño fruncido.

     ―¿Por qué?

     El peli-rosa le vio con mirada seca, soltó un respingo mientras seguía sin ver a la chica.

     ―Sumire, como pretendes que...

     »Una chica que me hizo la vida imposible hace cinco años, siempre intenta sabotearme, me odia y hasta hackeo la computadora de la universidad para obtener información personal mía con el fin de traerme más problemas, ¿Dejarla vivir conmigo unos días sin saber que puede llegar a aprovechar de conseguir más pruebas para dejar más que claro que soy un chico al público? ¿Es enserio? Además, tú eres rica, usa tu tarjeta de crédito y págate un hotel cinco estrellas. Además, date un buen baño, por favor.

     ―Primero, mi tarjeta está limpia, congelaron todo mi dinero; segundo, obvio no me he bañado esta semana, he estado durmiendo en un mugroso auto, hasta Número Seis me tuvo que prestar su camisa porque toda mi ropa esta sucia y ahorita con lo poco que consiguió la mando a lavar; tercero, ¿Cómo sabes lo del hackeo? ―Procesó un poco y luego vio al rubio―. Oh... me siento traicionada. ―Sonrió mientras se encogía de hombros.

Gánate El Derecho De Llamarme Por Mi Nombre [MitsuKou] [JSHK] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora