7. Robert

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Alexandra Williams

Toca mi puerta 5 minutos más tarde.

Pedro está de un humor de perros y me está gritando por teléfono cuando me levanto a abrirle. Lo saludo con un movimiento de la mano y le hago la seña de que pase.

Tiene unos audífonos caídos alrededor del cuello y su laptop en la mano. Deja un beso casual en mi mejilla, y frunce el ceño cuando los gritos de Pedro le llegan a través de auricular.

Me siento en el borde de la cama y me masajeo el puente de la nariz, mientras mi jefe me grita por millonésima vez por algo que no está en mis manos.

Casi se me cae el celular cuando siento las manos de Isaza sobre mis hombros. Sus dos pulgares se unen en la base de mi cuello y ejercen una presión increíble en mis músculos tensionados. Mi cabeza cae hacia adelante con placer.

Él baja los tirantes de la camiseta de mi pijama para tener acceso a mi cuello y continúa masajeándolo con la presión exacta para ponerme a ronronear como un gatito.

- Pedro, para, para – Lo interrumpo – Lo tengo controlado, créeme. Lo que sabe ese programa de chismes, o lo que cree que sabe, no es cierto. Vuelo el martes a Madrid de todos modos, así que voy a gestionarlo desde allá, pero no hay ninguna filtración. Te lo aseguro

Otra ronda de gritos, aunque estos no van dedicados a mí, sino a la inestabilidad de nuestros clientes y a sus constantes promesas de dejar de representar gente menor de 30 años.

Como que estoy más o menos de acuerdo con eso.

Mientras tanto, las manos talentosas de Isa trabajan los nudos de tensión en mi cuello. De por sí, su solo toque es caliente y eléctrico, pero resulta ser que en realidad sabe lo que está haciendo.

- Pedro, voy a entrar a un túnel y te voy a perder. Te llamo en cuanto salga

Y le cuelgo. Escucho su risita a mis espaldas.

- ¿Un túnel? – Se burla

- Cállate. Iba a empezar a gemir en cualquier momento, y eso habría sido muy bizarro

- Me habría gustado oírla explicándolo – Dice con una sonrisa. Suspiro

- Me enojaría contigo, pero quiero que te quedes haciendo eso por el resto de mi vida

- ¿Tiene crema de manos, o algún aceite? Creo que podría aflojarle un poco más esos nudos de tensión así

- En ese cajón – Le digo, apuntando a mi mesa de noche

Abre el cajón en cuestión, y una sonrisa malvada se dibuja en sus labios.

Levanta mi vibrador con una expresión interrogante.

- Deja a Robert y concéntrate en lo tuyo

- ¿Robert? – Se ríe

- Por Robert Downey Jr – Aclaro. Vuelve a soltar una risita mientras saca del cajón un aceite exfoliante de coco y esparce un poco en sus manos

Se sube a la cama detrás de mí y vuelve a poner sus manos en mis hombros.

El olor del coco me llega a la nariz mientras sus manos grandes y esbeltas de pianista se deslizan sobre la base de mi cuello. Hace algo maravilloso con sus nudillos y se me escapa un gemido.

- Esos ruiditos, Candela – Me regaña

- Es que se siente increíble – Me disculpo

No te vayas  » Juan Pablo Isaza (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora