10. Después

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Alexandra Williams 

Necesito dormir urgentemente, pero desafortunadamente todavía falta mucho tiempo para eso.

Me llevo el termo de café a los labios mientras salgo del elevador.

Suele gustarme el café algo más especiado y aromático que el brebaje oscuro y cargado que me estoy tomando, pero necesito mantenerme despierta.

El elevador se abre en el décimo piso y camino por el pasillo hacia la oficina de Pedro Malaver. Su asistente me saluda y me da una sonrisa cordial que me pone los pelos de punta, porque esta chica siempre parece un comercial de pasta de dientes. Le devuelvo la sonrisa, aunque seguramente solo me sale una mueca, y paso a la oficina hacia la que podría llegar a ser mi última reunión laboral.

- Williams – Es el saludo de Pedro

- Hola, cariño – Le respondo con una sonrisa grande y entusiasta. Frunce el ceño

Matt está sentado en una de las sillas frente al escritorio de Pedro, con su Tablet sobre su rodilla. Me da una sonrisa de disculpa. Le hago un guiño, porque no es responsable de nada de esto, y no le dije exactamente que guardara el secreto, precisamente para no meterlo en problemas.

- ¿Se puede saber por qué Universal me está escribiendo para que les autorice la compra de todo el catálogo musical de Aitana? – Suelta Pedro

- Pues, verás...pasó una cosa super loca... – Empiezo

- ¿Cómo que la madre de la chica volvió a perder la cabeza y tú no solo le quitaste la propiedad de los derechos intelectuales, sino que la demandaste por acoso para que no pueda seguir publicando más información confidencial sobre ella sin incumplir los términos de la demanda? – Sugiere Pedro

Le doy mi sonrisita de niña buena.

- ¿Cómo haría eso, cariño? No soy abogada – Respondo con inocencia. Matt resopla una risa

- Que curioso, porque mi staff legal recibió un correo en mi nombre para llevar a cabo todas esas acciones que yo autoricé – Señala Pedro

- Oye, te hackearon. Que terrible – Comento distraídamente

- ¿Por qué no me lo dijo, Alexandra?

Cierro un ojo. Auch.

Mi nombre completo.

- Porque podía ser manejado. Ella...está en un estado mental muy frágil, y no quería ponerla en reuniones con abogados inclementes a hablar cosas que una niña de 22 años no entiende – Admito

- Así que tomó la decisión por ella – Señala Pedro

- Pues no. De hecho, lo estuvo pensando durante 4 días, y afortunadamente tuvo apoyo y un buen hombro para llorar, hasta que decidió que no quiere retirarse. De nada, por cierto

- ¿Qué pasa con los conciertos que vamos a tener que cancelar por eso?

- Diremos que está enferma. La misma excusa de siempre – Sugiero

- La mataría, Alex – Admite Pedro – De hecho, estaba pensando en matarla, pero...¿Cómo hizo todo esto en 4 días?

- Sé algunas cosillas legales, y tienes abogados muy geniales y humanos en tu equipo – Indico, haciéndole un guiño a Matt

- No me haga esto otra vez – Indica Pedro, apuntándome con su dedo

- Entonces déjame hacer las cosas a mi modo – Sugiero

No te vayas  » Juan Pablo Isaza (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora