30. ¿Si o no?

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Estoy acostumbrada a un Pedro Malaver bien vestido, codeándose con la crema y nata de la industria como si fueran sus amigos de toda la vida.

Escribe con plumas Cartier.

En cada almuerzo laboral que hemos compartido, solo toma agua Evian.

Siempre vuela en primera.

Por eso, más o menos no estoy segura de quién es ese ser humano que se encuentra bailando salsa con Nath Campos en el centro de la pista de baile improvisada que armó en el patio trasero de su casa en Bogotá.

Cuando me invitó a su fiesta de cumpleaños, me imaginaba a gente estirada sosteniendo copas de champaña, aunque me advirtió que me vistiera casual.

Cruzo una mirada con Matt, que parece tan pasmado como yo.

Martín, que viene bailando solo con una garrafa de aguardiente en la mano, se detiene en seco cuando nos ve.

- ¡Alex! – Dice con una sonrisa, y viene a abrazarme. Tengo un alcoholímetro integrado en la nariz, y me dice que todavía no está borracho

- Hola, guapo – Le digo con una sonrisa mientras dejo un beso en su mejilla

- Está muy linda – Me dice, subiendo las cejas

Tengo puesto el típico mini dress negro y unas botas cafés planas, pero no me hago la humilde porque de verdad me esforcé en arreglarme hoy, lo que parece estar resultando una pérdida de tiempo, porque me da la sensación de que la persona que quería ver no está aquí.

- Creo que no va a venir – Dice Martín

- ¿Mm?

- Isaza – Aclara – Susana y Villa acaban de llegar sin él

- ¿Le pasó algo o...? – Pregunto, fingiendo desinterés

- Nop – Responde simplemente el niño, sin darme más explicaciones - ¿Guarito? – Nos ofrece, levantando la garrafa de aguardiente hacia nosotros mientras se saca una tira de copas plásticas del bolsillo de la chaqueta.

Matt se ríe y le acepta una copa, que el niño procede a llenar más allá de los límites de la decencia, y el elegante abogado de Yale a mi lado se la toma sin siquiera hacer una mueca.

¿Quién es esta gente aguardientera y qué hicieron con los tipos sofisticados con los que trabajo normalmente?

Veo a Villa y a Susana sacar a Pedro de su baile para felicitarlo, y algo se siente hueco en mi estómago al darme cuenta de que efectivamente llegaron solos.

- Sírveme uno – Le pido a Marto, y extiendo la mano hacia él.

Me da una sonrisa brillante y procede a llenarme la copa.

Alguien que no conozco lo llama, así que me hace un guiño y se va, bailando como llegó.

Matt suelta una risita.

- Esperaba algo diferente de esta fiesta, pero esto me gusta. No tenía ganas de ponerme a hablar de política con nadie

- No parece que ese vaya a ser un problema esta noche. No conozco ni a la mitad de la gente que hay aquí, y viniendo de mí, eso es un suceso – Observo. Matt asiente

- Supongo que hay que bailar – Me dice, mientras me ofrece su mano

Así que voy a la pista con él.

Suena un clásico del Gran Combo de Puerto Rico, y aunque llegamos elegantemente tarde, esta fiesta ya parece estar prendida fuego. Todos los amigos de Pedro están bailando. Veo copas ser llenadas a donde sea que mire.

No te vayas  » Juan Pablo Isaza (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora