44. Coco: Parte 2

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Alexandra Williams.

Huele a hospital.

Eso es lo primero que atraviesa la niebla de mis sentidos. Quiero seguir durmiendo, porque no quiero que mi cabeza vuelva a doler.

Lo segundo de lo que me entero es del olor a su colonia. Mis ojos se abren de repente, buscando la fuente de ese olor, y la luz blanca del hospital taladra mi cabeza sin piedad.

Intento sentarme, pero dos manos fuertes me bajan de nuevo hacia el colchón.

- Calma, Alex. Voy a llamar al doctor – Me dice su voz.

Como los primeros días que pasamos juntos, el monitor cardiaco me delata, y se enloquece en el minuto en el que me habla.

- No te vayas – Le digo con la voz ronca y rara - ¿Agua?

Vuelvo a abrir los ojos, esta vez más lentamente.

Efectivamente estoy en una habitación de hospital. Parece una habitación corriente, no una de cuidados intensivos ni nada tan trágico.

Él está vestido con unos jeans y una chaqueta negra. Me parece más alto, más imponente y más guapo de lo que me acuerdo.

Me bebo la belleza de su perfil mientras se inclina hacia la jarra de agua que hay en la mesa junto a mi cama de hospital y me sirve un vaso. Sube ligeramente el respaldo de mi cama para dejarme en una posición parcialmente sentada y acerca el vaso a mis labios. Bebo dos sorbos ansiosos antes de que él lo retire.

Cuando empieza a volverse para devolver el vaso a su lugar, capturo su muñeca con mi mano.

- ¿Qué haces aquí?

- ¿No se acuerda? – Me pregunta con curiosidad

- ¿Qué?

- Se desmayó en su casa anoche. Solo se sostenía la cabeza y gritaba mi nombre. Karen me llamó

Y entonces me acuerdo. Su conversación en el celular de Karen. Él decidiendo dejarme ir.

Mi cabeza explotando, mientras un dolor inexplicable me revolvía el pecho.

El pañuelo plateado.

...Y otros recuerdos más viejos. Su ojos mirándome bajo el ala de un sombrero. Sus dedos bajando el tirante de un vestido. Sus manos trabajando hábilmente sobre el fuego de una cocina.

Mi cabeza está llena de imágenes sueltas, pero todas son de él.

- El mejor coco aún no vino, está por llegar – Recuerdo - ¿Tú me dijiste eso?

Se levanta un lado de la camiseta, y me muestra la línea de un tatuaje sobre sus costillas.

El mejor momento aún no vino, está por llegar.

- ¿Recuerda algo, Alex?

- No realmente. Son como...fotos. Cosas sueltas sin contexto – Admito

Un rayo de tristeza pasa por sus ojos, pero lo oculta rápidamente.

Se zafa de mi agarre, y oprime el botón a un lado de mi cama para llamar a una enfermera.

Se sienta en silencio en la silla junto a mi cama hasta que una enfermera joven y diligente llega y me revisa. Me cuenta que un pequeño aneurisma se reventó en mi cerebro, porque mi presión arterial subió demasiado, posiblemente como resultado de una situación estresante. No es nada realmente grave, pero prefirieron dejarme bajo observación debido a mi trauma relativamente reciente.

No te vayas  » Juan Pablo Isaza (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora