19. Grammy

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Alexandra Williams

- ¡Puta vida! – Le grito a la nada

Voy a llegar tarde y odio, odio, odio llegar tarde.

Odio este maldito día y solo quiero que se acabe.

Sostengo el vestido cerrado bajo mi axila con mis dedos mientras y salgo de mi habitación de hotel. Meto mi tarjeta llave de la habitación de vestuario y miro frenética a mi alrededor.

De pie frente a un espejo, está mi salvador terminando de acomodarse en su outfit para la gala.

- ¡Marto! – Le grito como si hubiera visto a Cristo

- ¿Qué?...Oh, woow – Dice él. Hago una mueca

- ¡Esta cosa se trabó! Ayúdame – Lloriqueo

Levanto un brazo para mostrarle el cierre invisible de mi vestido que es tan invisible que la tela parece habérselo tragado...¡Y ahora la puta cosa no cierra!

- Esto...¿Es un Carolina Herrera? – Verifica él

- ¡Si!, ¡Arréglalo! – Exclamo

- No voy a tocar un Carolina Herrera – Niega rotundamente – No tengo el hilo de seda que se necesita para no joderlo, y no voy a....

- ¡Martín! – Le grito – He estado en dos mil cocteles esta semana. Ya me puse todos mis vestidos, y aunque nadie me va a estar mirando a mí, esta noche soy parte de la imagen de tu banda, así que ¡¡Sálvame!!...¡Su vestuarista está demasiado colapsada para ayudarme!

- Me voy a cargar el vestido, Alex. Si no se cose con el calibre de aguja y el hilo correctos, le voy a abrir huecos a la tela, y cuando lo tenga que devolver, va a estar hecho mierda

- Marto, no es un canje publicitario. Ya pagué por este jodido vestido, así que da igual si te lo cargas. Todo lo que necesito es poder usarlo esta noche – Le digo, intentando calmarlo. Me sigue mirando con absoluto horror, pero por fin asiente

- Quíteselo. Veré que puedo hacer

El vestido solo se mantiene cerrado por mis dedos, así que cuando lo suelto, cae abierto de inmediato a mi costado. Salgo de la seda color champagne bordada con cristales y le tiendo la maldita cosa a Martín rápidamente antes de que cambie de opinión.

Me olvido brevemente de que solo es un chico, y aprieto los labios para no reírme cuando se queda mirándome por un momento, durante el que soy consciente de que estoy de pie frente a él en nada más que un sujetador sin tirantes, unas delgadas bragas de nylon y unas sandalias doradas de tacón. En realidad, no es nada más revelador que el traje de baño promedio, pero parece ser que resulta distractor para él de todos modos.

- ¡Martín! – Exclamo, llamando su atención. Sacude la cabeza y se ríe

- Ay, perdón – Me responde, todo sonrojado

La puerta se abre de nuevo a nuestras espaldas cuando él está recibiéndome el vestido.

Los dos nos volvemos de golpe para ver a Isaza entrar a la habitación. Frena en seco, y escanea la escena con una expresión de asombro que rápidamente pasa a la furia.

- Que pena que los interrumpa, pero venía a cambiarme – Dice, y camina derecho hacia las perchas en las que la vestuarista dejó sus trajes arreglados para esta tarde – Para futuras referencias, si va a pasar por la cama de todos, al menos hágalo con discreción

Ambos lo miramos sacar las prendas furiosamente de las perchas, en una pataleta que sería graciosa si no fuera tan descarada de su parte.

- ¡Isaza! – Lo reprende Marto, con los ojos abiertos de par en par.

No te vayas  » Juan Pablo Isaza (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora