40. En esta no

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Juan Pablo Villamil.

Abro la puerta y me quedo mirando a la persona del otro lado con la boca abierta.

Había hablado con él por mensaje, aunque una parte de mí continuaba creyendo que era una broma, y que Martín estaba del otro lado de la pantalla cagándose de risa.

No lo es.

Brandon Stark se quita los lentes de sol y se los cuelga distraídamente al cuello de la camisa.

- ¿Villamil? – Me pregunta, con un acento claramente gringo

- Si, yo...ah...Hola – Saludo, tratando de controlar a mi fangirl interna, porque claramente no es el momento

- ¿Dónde está? – Me pregunta sin rodeos

- Sígueme – Le indico simplemente

Siento los pasos pesados por sus botas a mis espaldas, y una parte de mí quiere ponerse a gritar.

Ojalá el día que conocí a Brandon Stark hubiese sido distinto.

Ojalá todo fuera distinto.

Abro la puerta del estudio y me hago a un lado para dejar pasar a Brandon.

Isaza está sentado en el sofá, mirando distraídamente hacia la nada. Tiene un pañuelo plateado en la mano, y desliza los dedos distraídamente a lo largo de él.

Vuelve la mirada hacia la puerta cuando ve a Brandon.

Sus hombros caen con derrota, como si fuera la última persona en el mundo que quiere ver.

Brandon sencillamente entra al estudio sin decir ni una palabra. Descuelga la Taylor de Susana del colgador en el que está y la extiende hacia Isaza.

- Yo no... – Empieza a decir mi amigo

- Agarra la guitarra – Le dice Brandon en un español precario.

Su voz es dura, y el tono autoritario me recuerda un poco a Alex. Tiene ese mismo aire imponente de ella, que sin importar como estuviera vestida, o si estábamos o no en un contexto laboral, obligaba a obedecerle.

La mirada de mi amigo es completamente vacía mientras extiende una mano y recibe la guitarra. Se la pone en el muslo, pero su otra mano cuelga floja al lado del diapasón, como si no se acordara de cómo tocar.

- Toca – Le exige Brandon

- No – Responde Isa simplemente

- Toca, Juan Pablo – Le repite

No estoy seguro de qué pretende Brandon, y francamente no me gusta cómo le está hablando, pero también es refrescante ver a alguien exigirle algo, porque ninguno de nosotros es capaz de levantarle la voz.

A pesar de que nos está haciendo pedazos verlo así.

A pesar de que el día que llegó del hospital lo único que hizo fue sacar su guitarra del estuche y, en un ataque de ira sin precedentes, la hizo pedazos contra una pared, y luego se sentó en el mismo sofá en el que está ahora.

Sin derramar una lágrima.

Lo más descorazonador de todo es que no ha llorado una sola vez, como si estuviera absolutamente vacío. Nos pidió que no recogiéramos los pedazos de su guitarra, y siguen en un rincón como un cadáver.

Son un recordatorio morboso de todo lo que ha perdido.

Lo que todos hemos perdido.

No ha tocado una sola nota desde que volvió del hospital. A pesar de que Susana baja todos los días y enciende la consola y todo su equipo, no ha vuelto a tocar ni una de las cosas que lo hacían feliz.

No te vayas  » Juan Pablo Isaza (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora