33. Faithfully

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Alexandra Williams.

Estoy acostada mirando el techo cuando oigo una llave entrar en la cerradura de mi puerta.

Mi corazón se aprieta, porque solo puede haber una razón por la cual Matt estaría aquí, y no puedo creer que lo haya llamado.

No sé qué hora es, pero el cielo aún no ha aclarado del todo cuando Matt entra en mi habitación. Se inclina junto a mí y pasa una mano suavemente por mi pelo.

- El niño te dejó un té – Es su saludo. Parpadeo hacia él, y me doy cuenta de que efectivamente hay un té y una nota en mi mesa de noche, justo donde él se detuvo antes de irse

Mis ojos se vuelven a llenar de lágrimas.

- Todavía está tibio. ¿Lo quieres? – Me dice Matt.

Asiento mientras me levanto hasta una posición sentada.

Matt me pone el té entre las manos y cuando tomo un sorbo mi pecho se siente demasiado pequeño para albergar los pedazos de mi corazón roto, porque está endulzado con una gota de miel, exactamente como me gusta. Esnifo y levanto una mano para secarme las lágrimas mientras tomo otro traguito.

Matt curiosea la nota, escrita en un post-it de los que tengo pegados con un imán en la puerta de la nevera, y su ceja sube con interés.

Le arrebato el post-it de la mano.

Hay un tipo de orgullo especial en no temerle a tus propias cicatrices.

Todavía te amo:

JPI.

Me quedo con los ojos pegados a ese trozo de papel rosa fluorescente.

Las lágrimas vuelven a caerme por la cara, pero esta vez porque sé que le estoy rompiendo el corazón de una manera horrible a un hombre tan intrínsecamente noble como para decir tanto en solo 3 líneas.

Matt rodea la cama para subirse a mi lado, y luego me abraza mientras lloro.

No me dice nada, porque sabe mejor que cualquiera que no hay nada que decir, así que solo me deja llorar.

- Duérmete, Alex. Descansa un poco

- Lo eché, Matt – Logro decirle con un sollozo – Lo eché de una manera horrible y él va y me hace un té y me escribe esto – Balbuceo entre lágrimas

- Lo sé. Y ya vas a poder decidir qué harás al respecto cuando hayas descansado. Ahora duérmete

Aprieto la nota suavemente contra mi pecho, como si de algún modo el trozo de papel pudiera traerme algo de su calidez, y de la dulzura sin sentido de las palabras que ha escrito.

Lloro hasta quedarme dormida con su nota sobre mi corazón.

---------O--------

Horas más tarde estoy sentada picoteando un desayuno tardío que Matt pidió por una aplicación de domicilios, porque tampoco tiene ningún talento para la cocina.

Acabo de salir de la ducha y estoy vestida con una vieja sudadera de 3 Summers y un pantalón de chándal. Tengo el pelo mojado suelto por la espalda y mis ojos están hinchados y rojos, y mi cara llena de parches por el llanto.

Matt está sentado frente a mí leyendo un expediente.

- ¿Te puedo preguntar algo? – Me dice

- ¿Qué? – Pregunto mientras mordisqueo la esquina de un croissant

- Cuando el niño me llamó le pregunté si quería que lo mantuviera al tanto acerca de cómo estabas, y me dijo que solo si estabas de acuerdo, porque no quería invadir tu privacidad. ¿Quieres que lo haga?

No te vayas  » Juan Pablo Isaza (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora