9. Estoy jodido

1.5K 83 136
                                    


Juan Pablo Isaza

- ¿Quieres....? – Ella se aclara la garganta. Esa voz que solía amar está ronca y rota - ¿Quieres un té o algo?

- Yo lo hago, no te preocupes – Respondo

- No, no. Viniste hasta acá y yo... – Anuda sus dedos juntos.

Se pasa una mano por el cabello, luciendo absolutamente nerviosa.

Una parte de mí la odia porque incluso con la cara demacrada por el llanto y con esos ojos rojos y tristes, todavía es hermosa.

Su rostro luce algo más adulto que la última vez que nos vimos, supongo que porque ha perdido algo de peso. Su cabello está más largo y oscuro. Y sus ojos....

Nunca supe si me engañaba a mí mismo, o si siempre me ha mirado con la maravilla con la que se mira a la luna llena. Justo como me está mirando en este momento.

¿Por qué estoy aquí?

¿Por qué se me cruza por la mente un chispazo de culpabilidad por haberme encontrado con Alex?

- Está bien – Le digo – Yo preparo el té y tú...uhmm...¿Quieres hablar?

Baja la mano a su vientre y la pone sobre él de manera protectora.

Es una niña.

Verla hacer ese gesto es casi aberrante. ¿Por qué no hay nadie que la cuide como se merece?

Me recuerdo que hubo alguien dispuesto a hacerlo, y que ella me desechó como una servilleta usada.

Me hace una seña en dirección a la cocina y toma la delantera hacia allá. La sigo en silencio, porque todo acerca de esta interacción es raro. Una parte de mí no ha parado de extrañarla desde que nos vimos por última vez, 10 meses atrás.

Pero otra parte de mí, y no estoy seguro de cual es más grande, me reprocha por estar aquí. Por seguir cayendo en esto a pesar de todo. Porque ya sé como termina, y nunca es bueno para mí.

Ella saca un banco de la barra americana de la cocina y se sube en él. Está vestida con un pantalón de chándal rosa, unas medidas de lunares y un buzo que le queda enorme, porque era mío. Tiene las mangas dobladas para que sus manos puedan sobresalir de ellas, y aunque la prenda le cae hasta la mitad del muslo, de algún modo se las arregla para verse bonita.

¿Qué hay sobre ella que no puede dejar de gustarme?

- Tienes el pelo más largo – Comenta de la nada, con ese acento con el que me prometió un futuro que nunca estuvo dispuesta a darme

- Ya me lo cortaré en algún momento – Le respondo mientras abro sus alacenas y saco la tetera y las bolsas de té negro que le gustan

- No, no. Te queda bien – Corrige de inmediato – Te ves...guapo

Levanto los ojos hacia ella, pero vuelvo rápidamente a mi tarea ante los fogones. Le preparé este mismo té muchas veces, así que hay algo extrañamente rutinario en la acción que mis manos parecen recordar.

- Hay del de jengibre que te gusta – Me dice, apuntando con la mirada a las alacenas.

Subo una ceja, pero me guardo mis comentarios al respecto, y simplemente extraigo el tarro aun sellado de sobres de té de jengibre, exactamente de la marca que me gusta.

- ¿Vas a conservar al bebé? – Pregunto directamente. Ella suspira

- No lo sé – Responde en voz baja

No te vayas  » Juan Pablo Isaza (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora