34. ¿Todavía quieres hacer esto?

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Alexandra Williams. 

Hemos terminado de subir el equipo a los autos de los chicos.

Marto está terminando de embalar las últimas piezas de su batería, mientras Villa y Simón me abrazan. Susi está al teléfono, unos pasos alejada de nosotros.

Nadie me lo dice, pero sé con quién está hablando.

Recargo mi cabeza en el hombro de Villa.

- Gracias, chicos – Les digo sinceramente – Nunca en todo lo que me queda de vida voy a terminar de agradecerles por esto

- Fue un gusto – Me responde Villa simplemente

- ¿Se siente mejor? – Pregunta Simón

- Si – Digo con un suspiro – Espero que donde sea que esté, Jackson lo haya disfrutado

- Estoy seguro de que lo hizo, y rockeó con usted – Me dice Villa

- Con nosotros – Corrijo. Él asiente

- Con nosotros – Está de acuerdo

- ¿Puedo preguntar de dónde sacaron la guitarra? – Les digo. Simón sonríe

- ¿Conoce esa tienda de música que queda al frente de La Tea? – Me pregunta

- ¿Clave de sol? – Verifico. Él asiente

- Sip. Villa salió por un tiempo con una chica que trabaja ahí, y nos prestó la guitarra. Tenemos que devolverla – Responde Simón. Se me dibuja una mueca de horror

- ¡Puede haberla jodido!, ¿Por qué demonios me dejaron tocar una guitarra que está para la venta? – Exclamo

- Porque confiamos en usted – Responde Martín desde detrás de mí – Estoy listo para irnos – Anuncia después

Aunque Simón está a mi derecha y Villa a mi izquierda, cada uno con un brazo alrededor de mi cintura, Marto se las arregla para apoyar la cabeza cariñosamente en mi hombro. Se me escapa una risita.

- Los quiero mucho, chicos. Gracias de verdad. Gracias – Repito

- No hace falta, Alex. Nosotros también la queremos. Ahora vamos a casa – Me dice Villa

Marto se pone en puntas de pies lo suficiente para impulsarse hacia adelante y dejar un beso en mi mejilla.

- Usted es todo lo que la gente debería querer ser – Me dice el niño, y luego camina hacia el auto tranquilamente sin esperar respuesta. A mi lado, Simón se inclina y deja un beso en mi pelo

- Siempre que quiera, Alex – Me recuerda – Usted nos ha dado mucho más que esto, y estamos felices de acompañarla cada vez que lo necesite. Solo levante el teléfono

Tampoco espera que le diga nada, sino que camina hacia el auto y empieza una disputa con Martín acerca de quién conduce.

Susana llega a nuestro lado mientras se guarda el teléfono en el bolsillo.

- ¿Vienes con nosotros, amor? – Le pregunta Villa

- Sip. No tengo paciencia para esos dos – Dice ella, haciendo un gesto vago hacia los Vargas, mientras extiende la mano para que Villa le dé las llaves del auto

Él se las saca del bolsillo y las pone sobre su palma.

Susi me hace un guiño y empieza a caminar hacia el auto.

El brazo de Villa aún está alrededor de mi cintura. Vuelvo a apoyar la cabeza en su hombro y respiro. El viento limpio que baja de la montaña me acaricia la cara, y tengo una sensación de paz que hace tiempo no sentía. Me siento liviana, a pesar de que estoy agotada física y emocionalmente, y mis dedos duelen como suele pasar cuando alguien que no está acostumbrado a hacerlo toca guitarra por mucho tiempo.

No te vayas  » Juan Pablo Isaza (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora