24. Hueco

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Juan Pablo Isaza. 

Hay tres botellas de tequila y 12 botellas de cerveza vacías sobre la barra cuando Villa entra al bar, cerca de 3 horas más tarde.

La cara de mi hermana cambia a una sonrisa boba y abre los brazos para él. Villa viene a su abrazo y deposita un beso dulce en su frente.

- Vamos a dormir, borrachita – Le dice en voz baja

- No quiero dormir. El tequila me pone cachonda – Le dice ella

Martín y yo gemimos. Simón posiblemente se murió, porque está acostado en el piso sin moverse. ¿Por qué nadie notó que se murió?

¿Dónde vamos a conseguir un bajista ahora?

Es una pena. A mí me gustaba.

- Simón se murió – Anuncio sin sentido. Villa sube una ceja

- Su cerebro fue lo que se murió – Dice mi supuesto amigo – Nath está editando, ya la voy a enviar por él. Ustedes quédense aquí. Subo a Susi y vuelvo por ustedes – Nos amenaza

- Yo no me voy. Todavía estoy sobrio – Señalo con la voz enredada. Villa suspira

- Dos minutos. Acuesto a su hermana y vuelvo

Villa mueve a Simón con la punta de la bota, y Moncho se queja.

Ah, no se murió.

Menos mal. Nath habría estado muy enojada.

- Me encantan tus ojos – Le dice mi hermana a Villa tontamente - ¿Por qué eres tan lindo? – Dice con un suspiro de borracha. Él se ríe

- Vamos a la cama, amor – Susurra él mientras le rodea la cintura con los brazos para bajarla del banco en el que está sentada

- Sip. Llévame a la cama, bebé...grr – Le dice ella mientras hunde la cara en el cuello de él

- En serio, gas – Se queja Martín, que está parcialmente acostado sobre la barra – No puedo ver esto, Susana. Usted es como mi hermana. Isaza, métala a un convento. Véala como está, toda desatada y cochina – Se queja el niño

- Ya sé – Me lamento – Antes no era así

- ¿Quién no va a estar desatada con este hombre tan rico? – Pregunta ella, antes de morderle el cuello a Villa

Marto y yo nos quejamos en voz alta. Simón mete un brazo bajo su cabeza y sigue durmiendo.

Villa se ríe antes de subir a mi hermana sobre su hombro y llevársela.

Me quedo solo con un Vargas medio muerto y otro aún con ánimos para seguir.

- Quiero una Margarita – Decido

El camarero, lejos de odiarnos, está contento por la propina sustanciosa que le dimos antes de perder la cabeza, y creo que se está riendo un poco de nosotros. Se acerca cuando levanto una mano y le pido dos Margaritas.

- ¿Por qué tomamos cocteles de niña? – Pregunta Marto, cuando el barman deja las margaritas frente a nosotros

- Porque este le gusta a ella – Respondo sin más

- Uy, perro. Usted tiene un despecho de los jodidos

- Voy a confesar que la extraño. Un poquito – Admito, mientras me llevo la copa a los labios.

Y ese sabor me bombardea de recuerdos.

Su aliento sobre el mío cuando bailamos esa primera noche. El sabor de nuestro primer beso. Sus dedos sobre mi boca. Su pelo rojo como brasas ardiendo sobre mi colchón.

No te vayas  » Juan Pablo Isaza (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora