38. Necesidad

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Juan Pablo Isaza.

- Su mujer me va a matar – Me dice Villa tristemente, mientras se deja caer junto a mí en el sofá en el que estoy sentado.

Estamos de vuelta en el hotel luego de hacer promo todo el día y dar nuestro segundo y último concierto en Ciudad de Panamá. Ha sido un día agitado, agotador y estresante.

La posibilidad de que el disco se filtre nos tiene a todos con un estado de ánimo de perros. Hemos trabajado muy, muy duro en este disco como para que vea la luz con versiones con toda seguridad sin pulir, sin el arte y sin todos los detalles que solemos cuidar hasta la extenuación.

Simón se deja caer en el sofá a mi otro lado y le da un golpecito a Villa en la cabeza.

- Quite esa cara. No es su culpa, y Alex lo va a arreglar

- Alex me va a cortar un huevo – Señala Villa de nuevo. Me río

- No creo que esté enojada con usted, perro. ¿Qué culpa tiene usted de ser tan hermoso y maravilloso que las fans se vuelven locas por usted? – Me burlo, para subirle el ánimo

- Es en serio, Isaza – Me regaña – Una fan mía tiene el disco en sus manos. El mismo disco que está en mi computador. El computador que siempre está en mi habitación. Sume 2+2, marica

- El disco se lo robó una ex amante de Villa que accedió a su computador mientras Villa estaba dormido luego de cogérsela – Señala amablemente Martín, que por algún motivo que desconozco tiene una escoba en la mano.

En realidad, no había sumado 2+2.

Pero la trágica cantidad de detalles sugerida por Marto en realidad hace parecer muy obvio cómo nuestro disco salió del cuidado estricto de nuestro equipo de producción y management. Siento una repentina empatía con Villa, porque pudo haberme pasado a mí también.

Le doy una palmadita amistosa en el hombro, para que no parezca tan apaleado.

Alex nos citó a los 4 en nuestra habitación media hora después de que llegamos del concierto. Todos estamos duchados y frescos, y tanto el cansancio como la preocupación son claras en las caras de todos.

Sin embargo, cuando la puerta de la habitación suena al ser abierta desde afuera, mi corazón salta.

Estoy sonriendo estúpidamente desde antes de que la puerta se abra del todo y ella aparezca dentro, escoltada por las Dannas.

Me levanto de donde estoy, y abro los brazos para saludar a Calles, que se adelanta dos pasos y viene directo a mi abrazo.

- Hola, mi negra – La saludo con una sonrisa. Se pone en puntas de pies y apoya sus labios en los míos por un segundo, en un beso rápido y casual, algo que ha hecho siempre que nos vemos

- Hola, mi amor – Me responde. Tiene un acento caribeño que me da ganas de tomarme una cerveza bajo una palmera, aunque no sé exactamente de dónde es

- Uhm...¿Te dijeron que estoy con alguien, verdad? No sé si esto va a ser aprobado por mi....

¿Mi qué?

Me quedo en blanco en medio de la frase, porque aunque estaba destinado a ser una sugerencia risueña, me acabo de dar cuenta de que no sé cómo explicarle a alguien lo que Alex es para mí.

- Novia – Completa la pelirroja por mí – Y está bien. Si me resuelves esto, lo puedes saludar como quieras

Calles se lleva las manos a la boca y mira de Alex hacia mí. Señala del uno al otro y se ríe.

No te vayas  » Juan Pablo Isaza (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora