22. Una noche feliz: Parte II

1.7K 76 107
                                    

Alexandra Williams 

- ¿Todavía crees que las personas que han tenido sexo bailan diferente? – Le pregunto. Sonríe

- Pues no sé, comprobémoslo

Agarra su celular y busca una canción.

Empieza a sonar el intro de "Ilegal". Él se pone de pie y me ofrece su mano.

Bebo un trago de mi cerveza antes de aceptarla. Me atrae hacia su cuerpo y empieza a moverse primero. Todavía es un bailarín horrible, pero me gusta que ya no le importe, y solo haga lo que quiere hacer.

Le rodeo el cuello con los brazos y hundo la nariz en la curva de su garganta, porque no puedo resistirme al modo en que huele. Da un saltito por el contacto con su punto débil, y me río contra su piel. 

Pero más allá de eso, si tiene razón en que nuestros cuerpos parecen moverse con una sincronía que no existía antes. Cuando nuestras caderas chocan, sé que los dos estamos pensando en lo mismo.

Él engancha un dedo en el tirante de mi vestido, y lo arrastra hacia abajo por mi hombro. Luego se inclina y deja un beso mojado y seductor sobre mi cuello. Me muerdo el labio inferior.

- Alex – Susurra sobre mi oído

- ¿Qué? – Digo casi sin voz, porque solo oírlo decir mi nombre con esa voz acaba conmigo

- Déjeme hacerle el amor esta noche – Me pide. Trago saliva

- ¿Ahora pides permiso? – Digo con una risita boba.

Desliza hacia abajo el otro tirante de mi vestido, y con un dedo recorre con dulzura el borde de mi escote. Se me pone la piel de gallina de manera vergonzosa.

- Quiero hacerle el amor – Repite – No que follemos. Sé que le gusta un poquito sucio, y un poquito duro, algo con lo cual normalmente no discutiría, pero hoy...Quiero acariciarla despacio – Resalta el punto deslizando ese mismo dedo seductor desde mi hombro hasta mi codo – Quiero que todo sea profundo y lento. No quiero ser otro polvo y ya. Quiero que me deje quererla, incluso si solo es por esta noche

Lo beso, porque no quiero que vea mi cara.

No quiero que sepa lo que sus palabras me hacen. Sobre todo, no quiero decirle que creo que yo lo quiero más allá de esta noche. Que irónicamente esas palabras me rompen el corazón, porque sé que no van a durar. Que nunca va a ser un polvo más en una lista que ni siquiera es tan larga como él parece creer.

Y que si esta es nuestra despedida, aún si él no lo sabe, no podría dármela de mejor manera.

Así que subo las manos a su rostro, y me permito besarlo exactamente como quiero. Mi boca toca la suya con dulzura, y cuando suspira contra mis labios, mi corazón se derrite. Nuestras lenguas se encuentran en un baile erótico y sensual, que no es desesperado sino profundo e intenso. Sus manos caen a mis caderas y me amolda contra él. Me froto contra su pelvis, y mi beso se traga su gruñido.

- ¿Le puedo quitar ese vestido? – Pregunta entre besos

- ¿Qué tienes contra mi vestido? Es una obra de arte

- Su cuerpo es una obra de arte más maravillosa – Me contradice

Vuelvo a buscar su boca, porque no puedo mirarlo a los ojos cuando me habla de esa manera.

Descubro con una pizca de pesar que sé enfrentarme a los comentarios sensuales y sucios que nos hicimos la última vez, pero la ternura me hace sentir insegura y asustada.

¿En qué momento me pasó eso?

Hago una nota mental de tener una charla muy profunda conmigo misma al respecto, pero no ahora. No mientras su boca se mueve sobre la mía. No mientras sus dientes rastrillan suavemente mi labio inferior. No cuando su pecho se infla con una exhalación ronca y cargada de deseo. Definitivamente, no mientras ese beso profundo y erótico que siento hasta la punta de los pies llena de calor todo lo que alguna vez ha estado frío.

No te vayas  » Juan Pablo Isaza (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora