18. Me quedo esperando

1.1K 70 207
                                    

Alexandra Williams

- Necesito entregar la cuenta de Morat – Le digo a Pedro.

Sube la mano al puente de su nariz y lo aprieta, como hace siempre que está estresado más allá de toda lógica.

Me mira como si hubiera perdido la cabeza.

- Morat – Repite, como si no hubiera oído bien – Mi mejor publicista quiere dejar de trabajar con mi mejor artista, en la semana de los Grammy y en medio de una crisis. ¿Puedo al menos saber por qué?

- Entrené a Mónica lo suficientemente bien para que lo tome desde aquí. Los chicos confían en ella, y sabes que es muy, muy buena. Y no te voy a dejar esta semana. Pero en cuanto se acabe la ceremonia, no quiero trabajar más con ellos

- ¿Por qué? – Repite

- ¿Quieres la verdad o la versión que es apta para tu salud mental? – Pedro hace una mueca

- ¿Por qué la verdad y mi salud mental no pueden ir juntas?

- Lo siento, Pedro – Me subo el edredón hasta el pecho y me acurruco en él, porque estoy tiritando.

Pedro me da una mirada que es en parte lástima, y en parte impotencia.

- Vamos con la verdad. Ya todo está bien jodido igual

- Para evitarte los detalles sangrientos, diré que me salí de las líneas de lo profesional con Isaza, y eso está afectando mucho mi visión para manejar esta crisis. Por eso, prefiero dar un paso al costado antes de que haga algo completamente antiético de lo que me arrepienta después

- ¿Isaza? – Repite, como si no conociera a nadie con ese apellido

- Sí – Respondo escuetamente

- Usted e Isaza. Juan Pablo Isaza, el del sombrero de Morat – Reitera, buscando confirmación

- Sí – Repito

- Para entenderlo algo mejor...¿Esta salida de lo profesional tuvo implicaciones románticas?

- No – Aclaro – Y no la tomes contra él por esto, Pedro. Es todo mi culpa. Mantuvimos una relación sexual consensuada entre adultos y a mí solita se me fueron las luces, y empecé a desear algo más que eso. Mira, me siento como una idiota diciéndole esto a mi jefe, así que ya es suficiente castigo

- No puedo renunciar a sus contactos y a sus redes en la industria, Alex. Por favor no me haga esto – Me dice, aunque me doy cuenta de que él mismo sabe que no tiene sentido.

Le estoy dando el argumento ganador. El más grande de todos.

Porque la verdad es que, esta tarde mientras lo miraba todo tímido junto a su novia, fui golpeada por la revelación horrible de que estaba celosa, y cada palabra que salió de mi boca fue la de una mujer despechada, no la de una profesional.

Mientras me alejaba y lo dejaba con ella, fui dolorosamente consciente de que la razón por la que todo esto me afecta del modo en que lo hace es que deseo de él más de lo que jamás tendré, lo que ya sería lo suficientemente atroz si no estuviera interfiriendo en mi visión profesional. Pero en este asunto en particular, lo hace.

- Mis contactos son los de Mónica. Sabes eso. Lo último que quiero es perjudicar a la banda, o tirar a la basura los últimos 4 años que he trabajado con ellos

- Vamos a hacer algo, Alex. Me dijo que no nos va a dejar esta semana, así que descanse y mejórese. Apóyese en Mónica tanto como necesite, porque tiene razón en que la ha entrenado muy bien. Piense largo y tendido sobre esto. Y si al terminar esta semana, su decisión sigue siendo la misma, me puede entregar la cuenta de Morat

No te vayas  » Juan Pablo Isaza (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora