31. Etiqueta: Estamos juntos

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Juan Pablo Isaza.

Su portero me mira de arriba abajo de manera acusadora mientras me anuncia.

Si, señor. Ya sé que no parezco el tipo para ella. No sea tan obvio.

Cuando por fin me deja pasar, mi corazón está latiendo histéricamente en mi pecho. En el elevador, de camino al décimo segundo piso que ocupa su departamento, mi boca se seca.

Cuando finalmente toco el timbre, creo que me voy a desmayar.

Siento el corazón latiéndome en la garganta, y mi sangre parece rugir en mis oídos.

Cuando ella me abre la puerta, estoy perdido.

Mi boca cae abierta mientras la miro de pies a cabeza. Está usando un vestido de tirantes rojo estampado con flores que deja a la vista sus piernas esbeltas. Lleva unos Converse blancos y una pulserita dorada alrededor del tobillo. Creo que ni siquiera parpadeo mientras vuelvo a ascender por su figura, hasta llegar a su cara. Tiene los labios pintados de un tono rojo vibrante, y su pelo está recogido en una cola de caballo con un moño.

- No es justo – Me quejo. Ella me da una sonrisa tímida

- ¿Qué cosa?

- Que se vea así. No puedo... – Sacudo la cabeza, a ver si me fluyen un poco las palabras - ¿Por qué tiene que ser tan bonita?

Veo el sonrojo subir a sus mejillas, y baja la mirada hacia sus zapatos para ocultar su sonrisa.

Y luego se lanza contra mí y me abraza.

Un recuerdo vago de haber visto a Susana hacer esto mismo con Villa me parpadea en la mente mientras la recibo entre mis brazos.

Su cuerpo se siente tibio y suave contra el mío, y me hace terriblemente consciente de cuánto la he extrañado.

Me rodea la cintura con los brazos y, cómo no, hunde su cara en el hueco de mi cuello. Me estremezco, y ella se ríe.

- Hola, Isa – Susurra contra mi cuello

- Hola, Alex – Le respondo

- Me gusta abrazarte – Dice en voz baja. Sonrío

- Me gusta ser abrazado por usted. ¿Nos podemos quedar así un ratito?

No me responde nada, sino que sencillamente se acomoda entre mis brazos.

Siento la calidez de su aliento contra mi cuello, y mis brazos se cubren de piel de gallina.

- Te extrañé mucho – Murmura. Mi corazón hace un salto errático, y estamos tan cerca que es bastante probable que ella lo oiga

- ¿De verdad?

- Estoy cansada de fingir que no quiero estar contigo – Me dice en esa voz baja, todavía contra mi piel

- Alex...

- No. Déjame decirte esto – Me interrumpe – Pienso en ti todo el tiempo. No paro de desear tus besos. Todo lo que quiero es tu voz diciéndome nena. Te deseo tanto como esa primera noche, pero también siento algo más por ti. Eres la primera persona con la que quiero hablar cuando pasan cosas buenas, y tu voz es la única que anhelo cuando pasan cosas malas. Quiero tenerte cerca todo el tiempo, Isa. Pero tengo mucho miedo de romperte el corazón

- Tiene mi autorización para rompérmelo. Solo déjeme quererla, Alex

Levanta la cabeza y me mira con esos ojos verdes enormes y preocupados.

Pero debajo de todo eso veo crepitar una emoción que hace juego con la mía, y por un segundo decido que no me importa. Que ella me va a decir todas las razones por las que no podemos hacer esto, y posiblemente lo que empezó como una cita se va a convertir en una despedida, así que si este minuto en el que ella me está abrazando y sus ojos están en los míos es todo lo que tengo, no lo voy a dejar así.

No te vayas  » Juan Pablo Isaza (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora