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EMMA

Paré el DVD justo cuando Ewan McGregor y Patricia Arquette se encontraban atados de pies y manos en una sala de la morgue, mientras Nick Nolte se disponía a terminar lo que había planeado desde el inicio de la película.

Me levanté con desgana en dirección a la cocina.

Abrí la nevera, me serví un poco de té frío y comencé a beber a pequeños sorbos que me pasaron helados por la garganta.

Me encantaba ver películas de psicópatas, pero después, no podía evitar sentirme aterrada con la idea de que hubiera gente así en la vida real. Que tal vez uno de esos se había llevado a mi hermana y su cuerpo podría estar desmembrado bajo el cimiento de algún edificio nuevo de la ciudad.

Una vez había visto en un documental que la mafia italiana, metía los cuerpos de las personas a las que mataba en los edificios en construcción, el día que echaban el cemento sobre el que se cimentaría.

Me recorrió un escalofrío de terror.

Odiaba tener una mente tan macabra.

Saqué las notas del bolsillo de mi vaquero y las volví a leer, intentando apartar malos pensamientos de mi mente. Pero otros pensamientos amargos la inundaron.

Con Joel todo había sido bonito y perfecto.

Al principio dábamos largos paseos por el bosque, solo parábamos de vez en cuando para hacernos cosquillas y tontear en busca de un poco de contacto corporal, hasta que nuestras caras se encontraban y nos fundíamos en un beso. Pasábamos parte de la noche intercambiando whatsapp y haciendo planes para el día siguiente, mientras entre frase y frase aprovechábamos para flirtear abiertamente. Poco a poco mi cuerpo fue respondiendo a los besos y las atenciones de forma más ardiente, hasta que al final lo habíamos hecho en el asiento trasero del maldito coche de su hermano. Hubieron unos segundos en los que pensé que tal vez me estaba precipitando, pero decidí dejarme llevar y ya no pensaba volver a dejarme llevar de nuevo.

Arrugué las notas y me las volví a guardar en el bolsillo.

No iba a caer dos veces en la misma trampa.

Volví al sofá a reunirme de nuevo con un asesino en serie y el bueno de Ewan con la firme determinación de no pensar en Ángel y mucho menos en Joel.

Journey sonó a todo volumen desde mi móvil. Me levanté y cogí el móvil casi con desesperación, con los pensamientos tan oscuros que habían ido rondando por mi mente, necesitaba algo para evadirme de verdad.

Había creído que la llamada era de Lian, pero contrariamente me encontré con un número desconocido en la pantalla.

—¿Hola? —contesté.

—Hola... —dijo una voz masculina y luego solo hubo un silencio postergado.

—¿Quién eres?

De nuevo el silencio, una tos y finalmente un balbuceo.

—Joel...

Me quedé congelada durante un segundo, no sabía si colgar, tirar el móvil o por el contrario contestar tan tranquila, como si nada. Finalmente y gracias a un orgullo en ocasiones desmesurado, me incliné por la última opción.

—Ah, hola Joel —fingí con todas mis ganas, como si no me importara no haber sabido nada de él en las dos últimas semanas, después de mi primer y único encuentro sexual.

De nuevo silencio y un carraspeo.

—Querría haberte llamado antes... —la voz de Joel se me antojó tremendamente insegura, pero no me importó, pensaba ser implacable.

Oscura seducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora