48 FIN

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EMMA

Las puertas del gimnasio chirriaron cuando Aarón las empujó. En el interior pude discernir claramente a Lian atada de pies y manos con una soga puesta al cuello, la mirada de horror que me devolvieron los ojos de mi amiga, me partió por dentro. Todo era culpa mia.

Leo también estaba ahí, se encontraba sobre una silla, atado y con la cabeza colgando hacia un lado. Recé interiormente porque solo estuviera inconsciente.

El gimnasio con mis amigos apresados y la horrible decoración de la fiesta de Halloween, era el peor escenario que hubiera podido imaginar. Los fluorescentes del gimnasio estaban todos apagados, menos el que enfocaba al centro de la pista que continuaba amarillento iluminando tenuemente con su resplandor mortecino.

Aarón soltó a Joel en mitad de la sala entre restos de cristales que debían proceder de los fluorescentes fundidos, vasos de plástico vacíos y basura de la fiesta. Se acercó con cierta parsimonia hasta un saco que había colocado sobre una mesa que horas antes había sido la de las bebidas y sacó una cuerda.

Ató los pies de Joel mientras comenzaba a cantar "Emma duerme, que nuestros ojos velarán por ti" en voz baja. Cuando terminó su faena se aseguró de que el nudo fuera suficientemente fuerte y pasó la cuerda con una destreza impresionante sobre la misma viga en la que estaba sujeta la soga de Lian.

Tiró de la cuerda con fuerza y colgó a Joel boca abajo con los brazos hacia el suelo, las manos inertes rozaron el entarimado con la punta de los dedos.

La naturalidad con la que llevaba a cabo todas estas tareas siniestras era lo que más terror me causaba, una persona desquiciada era capaz de cualquier cosa, ya sospechaba que Aarón no estaba cuerdo, pero observarlo actuar como el protagonista de una matanza estudiantil no me dejaba duda alguna de su locura. Hacía dos meses estaba preocupada por haber perdido la virginidad con la persona equivocada y ahora era la protagonista de la situación más aterradora de toda mi vida.

—Ya tienes lo que querías — me obligué a pronunciar con un fino hilo de voz que me hizo parecer tan insignificante como me sentía — no necesitas a nadie más.

—Emma, Emma, Emma, cuantos más seamos más nos reiremos, ahora es tiempo de risas.

Volvió sobre sus pasos hacia el saco y extrajo del interior un machete con la hoja serrada. Lo miró a través de la máscara durante unos segundos y lo clavó con indiferencia en la pierna derecha de Joel.

Joel recuperó la consciencia de forma repentina y profirió un desgarrador grito de dolor, comenzó a tambalear el cuerpo en busca de una forma de soltarse.

Aarón movió el cuchillo que permanecía clavado en la pierna de Joel y dibujó una línea recta en dirección a la rodilla.

El aullido de dolor que salió de Joel fue lo más desgarrador que había oído nunca.

Volvió a quedar inerte con los ojos entornados y la saliva cayéndole por la comisura de los labios. Deseé que solo hubiera perdido el conocimiento por el dolor. Observé con desazón un reguero de sangre que comenzó a brotar de la herida y no tardó en teñor de rojo la sudadera hasta llegar al rostro de Joel.

—¡Ya está bien! —avancé hacia donde se encontraba Aarón —por favor, te lo suplico, no le hagas más daño. — Me temblaban las piernas y aunque el lenguaje corporal estaba segura de que me delataba, intenté que mi voz sonara decidida.

Aarón sacó el machete de la pierna de Joel y se lo limpió sobre la sudadera negra que vestía, a continuación continuó tarareando "duerme, duerme, Emma duerma".

—Está bien —claudicó finalmente —no quiero que pienses que soy un loco —rotó el dedo índice apuntando hacia la sien.

¿Qué no quería que pensara que era un loco? ¿Qué tipo de broma era esa?

Oscura seducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora