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EMMA

Que estaba acojonada, a estas alturas no creo que sorprendiera a nadie, que estaba a punto de hacerme caquita encima, pues sí. Era como la protagonista improvisada de una película de suspense. Experimenté una especia de fascinación, algo así como la de Clarice al conocer a Hannibal Lecter, tener delante a un posible asesino era turbador y aterrador. Como diría Lian, si alguna vez iba a ganar un Óscar, este era el momento ideal para demostrarlo.

Intenté avanzar hacia Ángel sin parecer una autómata a punto de quedarse sin batería, me temblaba hasta el pelo de la tensión y el miedo,  tenía que controlarme si quería salir de ahí lo antes posible.

Ángel se levantó del sillón como si le hubieran empujado de una patada en el culo, casi se abalanzó sobre mí, me dio un beso en los labios. Me quedé un poco parada.

—Emma, llegas tarde — Me miró con una sonrisa tensa —estábamos a punto de empezar a cenar, pero si quieres nos vamos ya, no me gustaría hacer esperar a nuestros amigos.

Asentí algo aturdida.

—¿No nos vas a presentar a tu amiga? —se quejó Aarón socarronamente desde el sillón, sus ojos tenían un brillo juguetón que ponía los pelos de punta.

—Es Emma, mi novia —respondió Ángel sin mirar a su hermano —este es Aarón —se dirigió a mí, su mirada no dejaba duda, tenía miedo, estaba nervioso —es mi hermano mayor.

—Un placer — hice un movimiento desenfadado con la mano, a modo de saludo.

Aarón se levantó y se acercó a nosotros, me sentí como la presa indefensa de un depredador infalible.

—Te lo tenías muy callado, Angelito, no tenía ni idea de que salieras con una chica tan... —hizo una pausa bastante larga, presumiblemente para encontrar la palabra que estaba buscando —... especial — sentenció al fin.

—Hace poco que salimos.

Aarón dio un paso hacia mí, me puso una mano en el hombro y me plantó un beso en la mejilla. Joder, me temblaban las rodillas como si fueran de gelatina, tenía la sensación de que me desplomaría de un momento a otro. Iba a ser como un regalo de Navidad para psicópatas, envuelta y en bandeja, ya podía ser destripada y decorada con flores secas por todo el cuerpo.

—Un placer —susurró Aarón cerca de mi oreja.

Qué puto asco me estaba dando.

—¿Entonces no os vais a quedar para la cena? —Intervino Miranda con un tinte de decepción en la voz.

—Lo siento Miranda, nos esperan unos amigos —Aclaró Ángel, pasando un brazo por mi cintura  obligándome a moverme, sospeché que para poner distancia entre Aarón y yo.

Miranda se encogió de hombros y se sentó en la mesa.

—Bueno, Aarón, parece que al final solo vamos a ser dos —hizo un mohín y puso a un lado el plato y los cubiertos que iban a ser de Ángel.

—No me esperéis despiertos —me agarró de la mano y se encaminó hacia la puerta, observé que llevaba la cazadora puesta —Aarón, puedes dormir en mi cama —añadió lanzando una mirada de refilón a su hermano.

—Gracias Ángel, siempre has sido bueno compartiendo tus cosas.

Oscura seducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora