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ÁNGEL

La noche había refrescado bastante, aunque por suerte había dejado de lloviznar. Me encontraba medio oculto en una portería cercana a la casa de Lian, justo en la acera de enfrente.

Muchos invitados habían marchado ya, pero no había visto salir a Emma. Me estaba empezando a impacientar, aunque no me quedaba otra, más que esperar como una estatua clavado en la puerta.

Como si la hubiera invocado con mis propios pensamientos, vi a Emma salir tambaleante agarrada al hombro de un tío.

El tío en cuestión resultó ser Joel, lo tenía visto del verano, del tiempo que pasó encandilando a Emma para luego dejarla tirada.

Me ajusté bien la gorra y comencé a seguirles amparado por las sombras de la noche.

Emma se reía a carcajadas mientras el chico le pasaba el brazo por la cintura y la sostenía para que caminara.

Me dio rabia verla así de mal y tener que mantenerme alejado.

—Vamos, vamos, no te preocupes, encontraremos tu casa —dijo el tío apretando su agarre y ajustando su paso al andar tambaleante de Emma.

—¡Una fuente! — Anunció Emma excitada —Me quiero mojar el pelo.

Joel intentó tirar del brazo de Emma, pero finalmente la dejó acercarse a la fuente.

—Bueno, mojarte un poco el pelo no te hará ningún mal — claudicó.

Emma pulsó el grifo con fuerza y apenas manó un fino hilo de agua. Metió la cabeza bajo el hilillo de agua, pero empezó a mojarse el vestido por la espalda en lugar del cabello.

Menudo desastre de chica.

¿Por qué no hace algo ya ese puto imbécil?

—Ya está bien— la regañó al fin Joel con un repelente tono paternal —vas a pillar una pulmonía.

Tiró de Emma para alejarla de la fuente, el cuerpo de la chica impactó contra el cuerpo de Joel, que la agarró con fuerza de la cintura.

A Emma se le iba la cabeza como si tuviera el cuello de goma, parecía que le costaba mantener los ojos abiertos.

Venga, puto salido, sigue moviéndote y llévala a su casa, apremié en mi mente, pero en lugar de hacer lo que esperaba de él, la besó en la mejilla.

Giré la cabeza cabreado de cojones, no quería ver si esos dos se besaban, esperaba no tener que intervenir, pero como lo hiciera, ese puto desgraciado se iba a arrepentir de haber nacido.

El beso de Joel pasó de la cara de Emma al cuello, en pocos segundos ya estaba en su mandíbula y de ahí su boca encontró la de ella. Al no tener oposición por parte de Emma se fue envalentonando. Metió una mano por debajo de la falda de la chica y la subió ligeramente mientras le agarraba el culo con lascivia.

El muy cabrón se estaba propasando con Emma, no podía seguir mirando sin más, no podía permitir que abusara de ella mientras estaba como una cuba.

Me acequé a ellos en dos zancadas, tiré con fuerza de Joel por la capucha de la sudadera y lo separé de Emma que estuvo a punto de caer de bruces contra el suelo.

El mierda de Joel cayó al suelo de espaldas mientras yo me encargaba de impedir que Emma también se estampara contra la acera.

La apoyé con cuidado contra la pared y me encaré hacia el cretino de manos largas que tenía delante.

—¡Eh, tío!

—¿Te gusta aprovecharte de las chicas?

—¿Pero qué dices? —preguntó Joel, mientras se levantaba del suelo y me miraba con ojos de cordero degollado.

Oscura seducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora