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EMMA

—¿Qué? —Lian apretó una almohada entre sus brazos y se recostó sobre dos mullidos cojines.

—Me ha dejado completamente confundida— me quejé con una pizca de indignación.

—Lo has pasado fatal, has perdido como cuatro kilos— me lanzó una mirada de ceño fruncido y morros apretados —¿y ahora le dices que te lo tienes que pensar? —comenzó a rascarse exageradamente el brazo —no te imaginas cómo pican estos puñeteros granos.

—Te aseguro que sí lo sé —contesté, obviando su primera observación y quedándome solo con la que más me interesaba —y será mejor que no te rasques porque si no te vas a llenar de marcas por todas partes —suspiré y me senté en la cama junto a Lian.

—Bueno, si crees que necesitas reflexionar, tal vez es porque no estás segura de tus sentimientos. Es un gesto muy loable.

—¿Te estás leyendo el diccionario a escondidas? Si te aburres y quieres un buen libro, solo me lo tienes que pedir —me burlé mientras le lanzaba una mirada de ojos entornados.

Lian me lanzó el cojín que tenía apretado entre los brazos.

—Algo tendré que hacer mientras estoy enferma ¿no?

—Claro, claro...

—¿Sabes? He pensado que a lo mejor te gusta alguien más y no te has dado ni cuenta.

No tardé en sentir un intenso calor que me subía por la cara. Sabía muy bien por dónde iban los tiros.

—Sé a quién te estás refiriendo pero te aseguro que si siento algo por él, no es precisamente amor.

—Lian me sacó la lengua y me pidió el cojín con un gesto de las manos.

—Ya, pero casualmente has sabido muy bien a quién me refiero. Además, no estoy hablando de amor, hablo de atracción.

Le lancé el cojín con dureza, este impactó de lleno sobre la cara de Lian.

—¡Cuidado perra! Si me queda una sola marca en mi hermosa carita, será solo culpa tuya —volvió a acomodarse con el cojín entre los brazos —si no recuerdo mal, el año pasado te gustaba David, podrías haber pensado en él, pero no, el primero que te ha venido a la mente ha sido en macizón de Ángel.

Me levanté de la cama un poco indignada.

—No sabes cómo es en realidad, la fachada de niño bueno se le ha caído a la segunda conversación que hemos compartido. Parecía un chaval sensible e interesante, pero es un chulo creído —me dirigí hacia la puerta y luego di media vuelta —parece un poco bipolar.

—Ahora lo entiendo todo— se burló Lian — la chica aficionada a los locos y los psicópatas al fin ha encontrado a su alma gemela —comenzó a tararear la melodía de Love Story.

—Ni de coña, este no es un Michael C. Hall.

—No, claro, está bastante más bueno. Tiene un polvazo el tío.

— Es un hortera con el pelo teñido de blanco —protesté con muy poca convicción.

—Y unos vaqueros que le hacen un culito impresionante.

—Si tanto te gusta, ya sabes lo que tienes que hacer... —hice el ademán de volver a sentarme en la cama, pero finalmente me lo pensé mejor y me tiré sobre una de las butacas de Ikea que había junto a la ventana.

—Lo siento chica, pero mi corazón es de Noah Centineo, ya lo sabes. Solo le sería infiel si me viene Leonardo y me haciera una proposición indecente.

Oscura seducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora