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EMMA

Sonaba Confussion de New Order, tuve la sensación de que de un momento a otro llovería sangre, pero en lugar de ello una máquina de confeti dejó caer una lluvia de papelillos plateados.

Me moví inquieta entre la gente hasta que divisé a Lian. Estaba en medio de la pista improvisada, llevaba un vestido de raso rosa, con unos volantes de encaje blanco a la altura de la cadera. Aunque cubría el rostro con un antifaz del mismo color que el vestido, con grandes pestañas arcoiris, la reconocí al instante.

—¡Felicidades! —estaba nerviosa y bastante asustada, pero lo último que deseaba en estos momentos era aguarle la fiesta a mi amiga. Tenía que fingir y pasar el trago sin que ella sospechara de mi inquietud. Después ya habría tiempo para ponerle los pelos de punta con mi descubrimiento.

—¡Gracias Emma!— contestó Lian en un grito casi ininteligible mientras se lanzaba a mis brazos y me encerraba en un abrazo bastante intenso —estoy muy feliz, mi fiesta es justo como había soñado.

Los padres de Lian eran médicos los dos y sus sueldos parecían no estar nada mal. Vivían en un ático de ciento cincuenta metros cuadrados y habían preparado el piso para que fuera el escenario perfecto para la fiesta de su hija.

El salón era una estancia grande y luminosa, habían sacado los muebles que normalmente lo ocupaban, para substituirlos por un montón de sillas de diseño y una barra larga, plagada de canapés y de licores sin alcohol, justo en medio habían improvisado una tarima baja, que hacía las veces de pista de baile. La iluminación había pasado a ser una enorme bola de colores y para aderezar toda la decoración, había un montón de globos en tonos pasteles colgados por el techo y tirados por todo el suelo, además la máquina de confeti no paraba de lanzar constantes lluvias plateadas, que se me quedaban enganchados por el pelo.

Lian se paró frente a mí y me echó una ojeada exhaustiva. Aunque mi talante era más serio de lo habitual, había intentado arreglarme todo lo que había podido, las manos me temblaran a ratos y las lágrimas de miedo se agolparan en mi garganta con insistencia, pero estaba dispuesta a disimular e intentar pasarlo bien por Lian.

Llevaba un vestido negro de chiffon, con capucha y bolsillos delanteros estilo chándal, que me llegaba justo por encima de las rodillas. Medias rojas con topos de purpurina cubrían mis piernas y unos zapatos de charol con tacón alto ponían la guinda a mi look estilo rock.

El cabello me lo había ondulado y crepado ligeramente. Además y aunque era algo raro en mí, me había pintado los ojos de un negro brillante, que hacía que el verde de mi mirada fuera más intenso de lo acostumbrado.

Me lo había currado, vamos.

—Guau Emma, estás... rompedora. — Lian dio una vuelta a mi alrededor —¿De dónde has sacado semejantes taconazos?

—Son de mi madre. — Me encogí de hombros con una sonrisa tensa pintada en el rostro — No sabía qué ponerme, era esto o unas botas militares... y la verdad, las botas ya las llevo todos los días, así que...

—Así que has venido hecha una buenorra— Lian sonrió con alegría— lástima que ninguno de tus Romeos te pueda ver ahora... —frunció los labios en un gesto de preocupación.

—Sobre eso hay algunas cosas que aún te tengo que contar...

—¿Ángel?

—Sí, sobre Ángel, estoy realmente muy preocupada...

—Yo también te tengo que explicar algo — añadió Lian con el rostro completamente pálido a pesar de la fina capa de maquillaje que lo cubría — Cuando encontré el papel perfumado... — bajó la vista y tomó aire — no fue lo único inquietante que vi...

Oscura seducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora